Me has derrotado por completo.

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Está completamente dormida cuando entro a la habitación, sospeché que terminaría por dormir más de lo normal después de la exagerada dosis de analgésicos que tomó en el día de ayer. Estuve atento a ella casi toda la noche, controlando de que no hiciera fiebre otra vez. Ella se mantuvo tranquila en su lugar y aprecié por horas la tranquilidad en su rostro.

La idea de superar lo hermosa que se ve mientras duerme es casi una ofensa, es mas allá de lo que jamás imaginé. Su belleza no está sólo en el exterior si no que siento su hermosura interior brillar por todas partes, cada vez que la tengo a mi lado. Sé que nunca encontraré algo de mayor valor que ella. Me siento a su lado en la cama y tomo su mano con cuidado, muevo mis dedos sobre su piel y ella sonríe apenas en medio de sus sueños,para luego abrir sus ojos. Es una belleza.

—Buenos días.

Hablo y ella se sienta sobre la cama, su cabello largo y oscuro cayendo sobre sus hombros. No puedo evitar mirar con intensidad el color de su piel, es tan blanca y sus labios rosados hacen el perfecto contraste.

—Hola.

Me responde, sonriendo, mientras se estira.

—¿Cómo te sientes?

Le pregunto, mirándola.

—Bien.

Y aún está sonriendo.

—¿Aún duele tu tobillo, bebé?

Su respuesta a mi pregunta es otra sonrisa.

—No, el yeso es molesto pero estoy bien.

Me asegura, poniendo énfasis en las dos últimas palabras. El ceño fruncido que se había formado en mi frente va desapareciendo.

—¿Vamos a desayunar?

Dice de forma alegre. Ahora el que sonríe soy yo. Estoy tirándola sobre mi regazo en cuestión de segundos y ella ríe en voz alta. La abrazo contra mí y ella cesa su risita adorable cuando oculto mi rostro en la curva que se forma entre su cuello y su hombro, aspirando su aroma sensual y femenino.

—Los últimos días de campamento serán jodidamente aburridos sin ti.

Murmuro, cerca de su oído, dejando un beso en su hombro. Escucho su suspiro caer alrededor de los dos y levanto mi cabeza para poder verla a los ojos.

—Será poco tiempo.

Habla en voz baja, timidez tatuada en cada rincón de su expresión.

—Lo sé bebé.

Y cuando acerco mi boca a la de ella, todas mis preocupaciones anteriores desaparecen.


Al mediodía la observo irse en el auto de su papá y llamo su teléfono al instante que el auto deja el terreno de la cabaña, después de comportarme como un idiota enamorado por unos cuantos minutos termino la llamada y mi ánimo fue cayendo ligeramente con el pasar de las horas y estoy preguntándome a cada instante que estará haciendo ahora. Jazmine se burla de mi cara de pesar cuando la veo en la cena, diciéndome que deje de comportarme como un niño. Al momento en que los organizadores del campamento nos dan la autorización para ir a nuestros cuartos, soy el primero en salir de allí.

Cuando estoy acostado en mi cama, tomo mi teléfono y le tecleo un mensaje:

Para: Mi amor

Apesta irme a dormir y no tenerte en mis brazos. ¿Ya estás dormida? x

Estoy esperando de forma ansiosa su respuesta y ruego no haberla despertado, estaría muy molesto conmigo mismo si eso fuera verdad. Mi celular vibra en mis manos y estoy abriendo el mensaje.

Un Maravilloso Milagro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora