Un Maravilloso Milagro.

El observador.

Los pasillos del North High están repletos, chicos y chicas caminan de un lado al otro, pero no logro enfocarme en otro cosa que no sea en la pequeña y dulce sombra que camina hasta un casillero, con los brazos sobre su estómago, protegiéndose quizás de mí o de los demás. Sus dedos se estiran al abrir el candado y luego la observo recoger sus libros y seguir su camino. Siempre me pareció fascinante y creo que ahora lo es aún más. 

Estoy dolido, mierda que sí lo estoy. Pero haría cualquier cosa para que su dolor desapareciera, se esfumara por completo, sin embargo, sólo me resta observarla desde aquí. Desde lejos. Donde no le hago daño, donde sufro porque no está en medio de mis brazos, donde todo es frío porque ella no está. Y no estará jamás. 

He tratado de sobrellevar estas semanas, estos días oscuros y estas horas eternas con el vacío que causó y causa su ausencia. No sólo su ausencia física, si no la ausencia de su amor que necesito y me da tanto. No entiendo como después de lo que sucedió aún sigo aquí, de rodillas, rogando por cada parte de su ser. No entiendo como esto pudo empeorar tanto en tan poco tiempo. 

Me he convertido en la peor compañía, no logro enfocarme ni calmar mi enojo, porque prefiero estar enojado que llorar por algo que nunca tendré. 

Todas y cada una de las clases que compartimos se convierten en un verdadero infierno, porque pasé de estar sentado a su lado; resolver problemas juntos, sostener su mano sobre la mesa para que todos pudieran ver, besarla a mi voluntad cuando los profesores giraban a escribir en el pizarra... a esto, no poder despegar mis ojos de ella ni siquiera un segundo. Porque cuando la miro, todo duele un poco menos. Perder mi cordura y mi paciencia porque está allí, tan cerca pero no encuentro la forma de alcanzarla. Y cuando alguien me interrumpe, me habla o me molesta siquiera, exploto. Ya he salido gritando de más de tres clases en dos días, porque no puedo ser fuerte lo suficiente. No puedo si se trata de ella. El profesor de química me echó de su clase y ahora estoy sentado en el medio del pasillo. Solo y siendo infelizmente feliz con los recuerdos, con mi memoria que se empeña en recordarla a cada minuto que pasa. Su recuerdo para siempre grabado dentro de mí.

Estoy enloqueciendo lentamente, embriagado en su esencia mortal. ¿Cómo podría resistirme? ¡Es imposible! Es demasiado femenina, tan dulce y tranquila, desde la forma en que camina y su cabello se mueve de un lado al otro, hasta como frunce su ceño cuando está concentrada o leyendo. Como sabe la respuesta a cada una de las preguntas que hagan los profesores y como a veces, es la última en salir del salón porque se toma su tiempo al juntar sus cosas y guardarlas en su mochila, porque tiene muchos libros. 

A ella le gusta leer.

Le gusta perderse en la sinfonía de las letras escritas sobre un papel. Le fascina enamorarse de sus personajes y escapar del mundo con los ojos escondidos detrás de un millón de páginas. Le encanta estar horas en la biblioteca e irse de allí cuando la bibliotecaria le dice que tiene que irse porque la hora ya ha pasado y es hora de cerrar. También sé que le gusta llegar a su casa y pedirle a su padre que le prepare chocolate caliente, aun así si afuera el calor es imposible. Sé lo mucho que le gustan las flores, especialmente si estas son de color blanco, su color favorito. No puedo evitar mencionar las razones porque sonríe; cuando la besaba, cuando la abrazaba, cuando está con su mejor amiga, cuando yo le decía algo tonto, cuando a veces se quedaba dormida en el sofá de su casa y yo tenía que cargarla a su habitación, pensando que en realidad estaba dormida para descubrir después que estaba despierta y sonreía abiertamente al darse cuenta que me había engañado. Y era mía, suya y nuestra. Su sonrisa que iluminaba todo a su paso, su rostro cerca del mío mientras me sonreía y decía: Buenas noches Ryker. Para después darse media vuelta, cerrar los ojos y caer dormida. Era simplemente y completamente perfecta.