Ruido, siempre hay mucho ruido a mi alrededor. Ese tipo de ruido que molesta y asusta al mismo tiempo, un ruido enfermo que está matándome lentamente, por dentro. Escucho voces, altas otras bajas, todas insignificantes...ninguna es la de ella. Aquí en este lugar nunca hay luz, siempre está oscuro y distante, tan frío y solitario que duele. Es así porque no está ella, no está mi luz. También hay sonrisas y risas, sin embargo ninguna de ellas me afecta, ninguna tiene poder sobre mí... como la de ella.
Ya no sé diferenciar nada, todo a mi alrededor son sombras, vivo en una eterna e inducida penumbra. Desde que dejé su hogar hace semanas atrás, desde que vi como mi mundo se fue desmoronando pieza por pieza al saber que lo más importante para mí ya no estaba y no lo estará jamás.
Días, horas, semanas han pasado y el monstruo que habita dentro mí aún no se ha ido, sigue presente en cada uno de mis pasos, cada uno de mis latidos, siempre está allí para atormentarme. El dolor se ha convertido en parte de mí. Y no sé si duele aún más saber que la única persona que puede cambiar esto es la misma que me ha dejado así, roto.
Si me preguntan sobre ella sólo sé gritar, maldecir, llorar y golpearlo primero que vea frente a mí. Si antes no podía controlar mis sentimientos e impulsos, ahora es remotamente imposible. Estoy a la deriva en una vida donde estoy a la espera de que mi ángel se vaya, me deje para siempre.
El vacío que ha causado su ausencia es destrozante, no logro compararlo con nada de lo que haya sentido antes. Verla en el colegio es un tortura. Ver lo frágil y débil que se ve y todo porque no pude ser fuerte, porque no pude entender como ella nunca vio mi amor, porque ella no me ama, todo porque la leucemia apareció para destruirnos a los dos por completo y separarnos por lo que parece ser una eternidad.
Sus palabras y su rostro enfurecido están grabados para siempre en mi alma: ¡Te detesto! Me gritó y desde ese momento, algo dentro de mí se rompió para siempre. No logro olvidar el rencor y la tristeza en su rostro, estarán tatuados para siempre en mi memoria. Porque su dolor es el peor y más cruel de los castigos. La amo y no quiero siquiera pensar en que está sufriendo. No quiero más pesadillas de ella llorando, o verla fría en un lugar lejos de mí, donde yo no pueda alcanzarla con mis manos.
Lo único que tolero es el alcohol, mi bolsa de boxeo y largas noches en el bar. Eso parece ser lo único que me aleja de su llanto, sus ojos enrojecidos y su estado de salud, que parece seguirme incluso en mis sueños, haciéndome recordar la verdad que estuvo oculta por tanto tiempo. Sé que jamás volveré a ser el mismo después de esto, simplemente no podré volver a sentirme completo. Soy como un puzzle sin armar que le hace falta una pieza, la única pieza que importa y que me da vida... mi corazón, porque lo he perdido un lunes en la tarde en la casa de un ángel.
El ruido también ayuda a olvidar, también ayuda a la distracción y es por eso que estoy aquí, sentado de mala gana en un bar de muerte,demasiado borracho para pensar claramente y para contestar las llamadas telefónicas de mi madre y Harry. Mi mejor amigo voló desde su hogar en Inglaterra para verme, gracias a una dramática y triste llamada de parte de mi madre. Llegó casi de sorpresa pero estoy agradecido de tenerlo aquí, porque Harry es una de las pocas personas a las que tolero a mi alrededor ahora. Los demás no importan, no los necesito o no me ayudan.
Desde que destrocé mi habitación con mis propias manos, todas las noches Rosie corre hacia mi cuarto y se queda a dormir conmigo y esa es seguramente la única razón por la que he tenido algunas pocas horas de sueño en este último mes. Estoy agotado física y emocionalmente, ya no sé que hacer para quitar este peso de mis hombros.
Quizás... más alcohol. ¡Sí! Un ligero olvido por algunas horas, ¡sí! Quiero más, quiero más alcohol. Quiero más... quiero... Aurora.

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Un Maravilloso Milagro.
Lãng mạnExisten algunos que lo esperan su vida entera, existen otros que su propia vida es uno. Sin embargo, existen personas, especiales, sumamente afortunadas que descubren su propio milagro en los ojos de otra persona. Todos los derechos reservados©