Julieta, eres mía.

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Los golpes en la puerta de mi habitación se hacen cada vez más frecuentes y más intensos pero mis ojos aún están cerrados. La voz de mi mamá suena por toda la casa y cubro mis oídos con mi almohada. ¿Qué mierda? Siento unos pasos por el pasillo y luego escucho como la puerta de mi cuarto es abierta con impaciencia.

—¡Ryker! ¿No irás al campamento escolar? ¡Tu madre está como loca!

Casi grita mi padre y yo apenas levanto mi cabeza de la cómoda almohada.

—¿Eh?

Murmuro, medio dormido. Mis ojos que están apenas abiertos divisan a mi padre de pie frente a mi cama, mientras que mi habitación aún está a oscuras. ¿Qué hora es?

—Tienes el campamento escolar hoy hijo, tú mamá ha arreglado tus cosas. Vístete que te llevaré, estás atrasado.

Me está regañando y yo dejo mi cama con dolor. En la noche anterior me costó muchísimo conciliar el sueño, todo gracias a ella. El hecho de que el lunes pasado me haya rechazado después que la fui a felicitar por haber ganado el concurso de matemáticas aún sigue doliendo dentro de mí, sin embargo lo que sucedió ayer fue algo especial. Ojalá hubiese seguido mis instintos y la hubiese traído a mi casa, a mi habitación, a mi cama. Sólo para observarla dormir por horas. No sé que tiene pero en mí es algo mágico. Algo en la forma tan delicada y frágil que se muestra mientras duerme es casi adictivo.

Camino de un lado al otro en mi habitación mientras busco mi ropa y mis calzados, mis ojos somnolientos buscan mis lentes de descanso, los cuales uso obligado gracias a mi madre. Cuando estoy pronto, casi al punto de caer dormido otra vez, bajo las escaleras.

Mi madre aún está gritándome pero estoy demasiado dormido como para siquiera prestar atención a lo que dice. Mi papá nos conduce en silencio hasta el North High y creo que pregunta por Aurora en el camino, a lo que yo creo contestar adormilado; mi flor favorita y él ríe.

—Hijo, hemos llegado. Apúrate que ya todos están en el autobús.

Me sacude gentilmente y yo casi dormido salgo del coche. Mi papá me da un abrazo antes de irse y se burla de mí otra vez, a causa de Aurora. Estoy bostezando todo el camino hacia el gran ómnibus de color oscuro y el entrenador Harrison me mira con mala cara cuando subo al mismo.

La nube de sueño que me rodea parece desaparecer cuando busco con mi mirada a Aurora y la encuentro observándome a mí. Oh, así es como debería despertarme cada jodida mañana, con su sonrisa frente a mí.

Camino hasta sentarme en el asiento paralelo al de Aurora y Jazmine, clavando mis ojos en ella, quien ahora está mirando hacia la ventana con las mejillas sonrojadas. Busco mis audífonos en el bolsillo de mis jeans y recuesto mi espalda sobre el cómodo asiento. Mi compañero de lugar es Elliot y ahora está leyendo atentamente un libro de química. Genial.

Observo como Aurora se recuesta sobre una almohada blanca y cierra sus ojos, entonces me encuentro a mí mismo estirando mi cuello para poder verla dormir. Jazmine está dormida a su lado y cuando veo que Aurora está completamente dormida, toco su brazo con impaciencia.

Los ojos verdes de Jazmine me encuentran y me fulmina con su mirada.

—¿Qué quieres pesadilla?

Me dice, en voz baja.

—¿Podemos cambiar de lugar?

Y al momento en que me escucha suelta una carcajada, la miro con el ceño fruncido, así va a despertar a Aurora. Joder.

Un Maravilloso Milagro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora