008- La despedida

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San estaba teniendo un día normal, como todos los días desde que su hermano había desaparecido había estado ocupado con los labores del reino, estaba de un lado a otro con la cabeza enfocada en su nuevo trabajo que no se dió cuenta cuando un cuerpo apareció tirado en frente del trono, estaba inmóvil hasta que la persona se dió cuenta de su presencia e inició a agitarse para llamar su atención, esa persona tirada en el suelo era Mingi que lo miraba aterrado como si algo malo hubiera sucedido, algo horrible.

Mingi estaba en un estado deplorable, estaba sucio y lastimado, también tenía las manos como si hubiese sido encerrado, estaban atadas con lianas que parecían atadas con magia, era imposible que Mingi no pudiera romer una simple liana. Estaba agitado, parecía haber escapado de donde sea que estaba encerrado.

—¿Qué te pasó?—corrió a ayudarlo y lo sentó sobre uno de los escalones— Mingi dime algo.

—Se está volviendo loco—dijo rápidamente y San frunció el ceño preguntando quién— él...Seonghwa se está volviendo loco San, tiene una fuerza que ni tú ni nadie se imagina.

—¿Seonghwa? ¿Apareció? ¿Dónde está?—no le interesaba si su hermano se estaba volviendo loco o no, no le interesaba absolutamente nada, solo lo quería tener de nuevo con él, era complicado para él estar sin Seonghwa. Sin embargo, Mingi no decía nada, no quería revelarle nada y se empezaba a desesperar— ¡Dime algo Mingi! Quiero saber dónde está mi hermano—pidió con los ojos llorosos.

—Tiene ojos y oídos en todos lados San, no puedo decirte nada.

Mingi no quiso responderle porque sabía que si le respondía San iba a tener una mala reacción.

San llevaba buscando a Seonghwa por todo el reino desde que desapareció con las mejores personas, incluso había buscado brujas que quisieran ayudar a detectar la magia de su hermano por si estaba transformado en algún animal o insecto para ocultarse de todos. Lo que más temía San en ese momento es que su hermano esté muerto.

Ninguna de sus búsquedas dió resultados, ni el portero ni ninguna bruja habían podido encontrar a Seonghwa en ningún lugar, San no quería mostrarse débil ni afectado pero no tener a Seonghwa con él lo hacía sentir un vacío extraño, lo conocía desde que era un bebé recién nacido y había estado mil ciento cuarenta y siete años a su lado, no verlo lo ponía nervioso porque sabía que Seonghwa solo era peligroso, pero no para los demás, era peligroso para el mismo, Seonghwa involuntariamente se hacía daño con su propia magia, cada que se deja llevar por sus emociones crea estalagmitas y las clava en sus manos, San siempre se había ocupado de curar esas heridas desde que Seonghwa era pequeño. Recordaba que una vez Seonghwa había empezado a llorar en sus brazos porque le dolía una herida que se había hecho y el la había curado, así quería curar las heridas de su hermano.

Fueron muchas semanas de búsqueda en las que San se sintió inútil, Seonghwa por ley había sido declarado muerto y San no quería aceptar eso, no quería aceptar que Seonghwa estaba muerto porque era imposible, Seonghwa era incapaz de morir y no iba a hacerlo hasta que su única razón para vivir se cumpla. San no quería admitir que se sentía asqueado de que la única meta que tenía su hermano, su deseo, su razón para vivir sea asesinarlo, San realmente quería creer en las palabras de Mingi pero no podía. No quería creer que su mejor amigo era un mentiroso.

La sensación de que su hermano no estaba lo desgarraba, el adoraba a Seonghwa con toda su alma, a pesar de las cosas que hacía, él era capaz de perdonarle todo lo que hace al demente de su hermano menor, le había perdonado absolutamente todo. Él era un hombre fuerte, un guerrero y los verdaderos hombres guerreros no lloraban pero esa vez era diferente, su corazón dolía.

—Mi rey—uno de los guardias abrió la puerta asustando a San que estaba distraído navegando por su mar de pensamientos, su mirada estaba perdida en el cielo que ya no brillaba.

E.W.T.R.T.WDonde viven las historias. Descúbrelo ahora