4. El primer paso

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El cantar de los gorriones anunciaba la mañana venidera, con su calidez y brillosidad el sol se alzaba por las montañas vislumbrando a los campesinos que compraban en el mercado de la plaza

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El cantar de los gorriones anunciaba la mañana venidera, con su calidez y brillosidad el sol se alzaba por las montañas vislumbrando a los campesinos que compraban en el mercado de la plaza.

—¡Lleven hoy la última noticia del momento!

El hombre gritaba sobre el bullicio de voces que se animaban a negociar los víveres semanales. Curiosamente, la figura del renombrado jinete se escabullia entre las personas tratando de pasar desapercibido.

—En primera plana ¡El príncipe de Busan ha sido destronado de las carreras! —zarandeaba el periodico con fuerza.

Imposible de silenciar, el vendedor gritaba por cielo y tierra la novedosa noticia de la trágica carrera de Otgol. Jimin frunció su ceño, el hombre no era culpable pero necesitaba un descanso del disco rayado que se repetía sin fin alguno en su mente.

—Paciencia —murmuró por debajo.

Afianzando el agarre en la capa que cubría su rostro, Jimin esquivo unas cuantas personas buscando llegar al lujoso edificio catalogado como el mejor hostal del pueblo.

Con una crítica de cinco estrellas, la señora y el señor Park se alojaban en las habitaciones adornadas de un ostentoso estilo refinado. Por el contrario, Jimin había preferido quedarse en la villa para disfrutar la tranquilidad que brotaba de la naturaleza, cualquiera que analizara la dinámica pensaria que el rubio no encajaba con la imagen de su familia.

Jimin no tardó en empujar la puerta de cristal y desprenderse de la molesta tela que ocultaba su identificación.

—Habitación 303, la señora Park es mi madre.

La empleada lo miró de reojo. —Siga.

—Gracias —dijo agarrando el carnet de visitante y se encaminó hacia el ascensor.

Una vez que las puertas de cristal se cerraron, los hombros de Jimin se relajaron al exhalar el aire retenido. Era difícil, desde que salió de la villa hasta que llegó al hostal, sentía que las miradas de las personas se convertían en un juzgado por el fracaso cometido en la carrera.

Estupido, la palabra correcta para pensar aquello cuando los demás no lograban distinguir su presencia.

La tarde anterior cuando Yoongi lo rescato de continuar como una mísera alma, logró salir un poco de su zona de confort. Le había enseñado a cosechar las manzanas, la forma en que se almacenaban e incluso, le dió pequeños consejos para cuando hubieran plagas.

Jimin sonrió, Yoongi tenía un corazón noble. Con una sola charla, la amabilidad y sencillez del hombre lo acogieron sintiendo una calma hogareña.

Aun así, por más que recordara las palabras de aliento de Yoongi e intentará calmar los nervios, su corazón no dejaba de latir aceleradamente y sus piernas temblaban por el próximo encuentro con su madre. Shinhe lo había llamado temprano para que se acercara al hostal, estaba consciente de lo que podría tratarse pero el pensar que debía enfrentarla...

El Pueblerino y el Jinete / YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora