La tierra corría acariciando las laderas montañosas del pueblo a la vez que las florecillas del campo y los copos de los árboles bailaban al son de la brisa. Jimin arrugó su nariz sintiendo la molesta tierra ingresar a sus fosas nasales, no duró mucho en escucharse un tierno estornudo proveniente del rubio.
—Jimin, a qué no es gracioso el nombre de este pueblucho —sonrió el moreno. —Otgol Village... es extraño.
El más bajito se cruzó de brazos sorbiendo los mocos, mantuvo sus labios en una fina línea y achicó sus ojos tratando de entender de dónde venía el nombre.
—No digas bobadas, Namjoon. Tiene su encanto —dijo restándole importancia, Jimin batió su mano y palmeó el hombro contrario.
La espera del nuevo transporte que los llevaría a la villa parecía una eternidad para Jimin. Buscando un lugar donde sentarse, Jimin dejó a Namjoon susurrando incoherencias frente al cartel de la entrada, sus glúteos tocaron el primer tronco que encontró, tomó su morral y lo abrazó en su pecho.
El bus que los transportaba quedo varado a pocos metros de la entrada. La gente del pueblo se había mostrado amable con ellos buscando una minivan, a pesar de eso, la espera se tornó aburrida después de 30 minutos. Jimin movió su dedo jugando con la tierra, un poco desesperado dibujo varias mandarinas y fresas con caras aburridas.
La fresca brisa acarició el rostro de Jimin alborotando los platinados mechones, el sonido del galope de un caballo llamó su atención y su dedo se detuvo en el último trazo de la mandarina.
Los rechonchos labios se entreabrieron con asombro puro mientras sus ojos se deleitaban con el impresionante paisaje que se desplegaba ante él. Con una visión cautivadora su iris grisáceo resplandeció con una intensidad nunca vista y las mejillas de Jimin se tiñeron de un rubor rojo. A la lejanía, la figura de un hombre montando con suma gracia el caballo acompañaba el sol entrante por el horizonte.
Portaba una camisa de cuadros encima de una negra, no se veía especialmente acuerpado, pero sus músculos se marcaban levemente por el trabajo de granja. El sombrero que decoraba su cabeza acompañado de unos pantalones vaqueros le daba un cierto encanto.
La luz del sol en su esplendor acariciaba la blanquecina piel, contrastando hermosamente con el cabello negro que caía con gracia por la nuca. La escena, en su conjunto, parecía una pintura de la vida en el campo, Jimin se quedó absorto sintiendo cómo la magia de aquel momento se apoderaba de su ser.
Su primer amor... Jimin estaba siendo flechado por su primer enamoramiento.
El rubor de las mejillas tomó fuerza y en su estómago revolotearon mariposas al encontrarse flechado por el hombre. Trago saliva, en su vida había experimentado aquel sentimiento, un cosquilleo alteró su corazón fijando su mirada en las acciones del pelinegro.
El hombre correteaba a las vacas esperando que las desorientadas volvieran al grupo. A su costado, estaba un chico imitándolo, los dos reían teniendo la misma sonrisa impresa en sus caras.
ESTÁS LEYENDO
El Pueblerino y el Jinete / YoonMin
RomansaPark Jimin es el próximo heredero de Industrias Park, una empresa agrícola inversionista en carreras de equitación y dueña de varias granjas productoras del país. Con una vida infeliz pero amante de los caballos, el rubio asiste a la competencia nac...