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Max y Checo se conocieron a la edad de 4 años. El niño mexicano se acaba de mudar a la casa junto a la del niño neerlandés, por una gran oportunidad laboral de su papi, los padres del neerlandés fueron a darles una cordial bienvenida el primer día que habitaron su hogar.

Aunque Max se caracterizaba por ser un niño reservado, callado, serio e introvertido, Sergio era todo lo contrario, era más eufórico, parlanchín, social y sonriente.

– hola me llamo Sergio – sacudió su mano a manera de saludo – pero puedes decirme Checo, acabo de mudarme a la casa junto a ti, no conozco a nadie, así que pensé que podríamos ser amigos, se hablar muy bien inglés, mi papi me enseñó desde que era pequeño y ahora que soy un niño grande ya puedo entender bien.

Un asustado Max lo miraba con los ojitos bien abiertos abrazando la pierna de su mami escondido detrás de él. Nunca antes había conocido a alguien qué hablé demasiado.

– anda amor, saluda – Christian acarició la cabellera rubia de su bebé.

Max no dijo ni una palabra. Sergio arrugó sus cejas.

– ¿Qué tienes? – se acercó al niño pero este se escondió aún más detrás de su mamá – ¿No hablas? ¿No puedes hablar? ¿No me entiendes?

– oh, claro que habla – abogó Christian  por su cachorro – pero es un poco tímido.

– oh... Bueno ¡Podemos jugar con mis muñecos! Los traje de México, se llaman Max Steel como tú.

El omega mayor sonrió y sacó a Max de su escondite, el niño se paniqueo y quiso regresar detras de él pero su madre usando su melosa voz de omega le ordenó que vaya a jugar con él. El niño rubio soltó un gruñido bajo pero obedeció.

La habitación aún tenía cajas y le faltaban muebles, vió como Sergio se acercó a una caja sacando dos muñecos sonriente.

– toma – le quiso entregar uno pero Max retrocedió – vamos, juguemos. Me gusta mucho jugar en México tenía muchos amigos con los qué jugaba a las luchas o a las escondidas ¡Las traes era lo mejor! También iba a ver el fútbol ¿Te gusta el fútbol? Mi equipo favorito se llama América ¿Me entiendes? Me gusta el A-m-é-r-i-c-a – deletreó.

De nuevo, Max no respondió jugando con sus deditos nervioso.

– hmmmm... Supongo que no te gustan los muñecos ¿Qué tal los carros? – los ojos azules se iluminaron – ¡Eso es! Tengo unos coches por aquí, son Hot Wheels – aventó los muñecos al suelo buscando en otra casa.

Por más que Sergio se esforzará en tratar de convivir con Max, no lo logró. El neerlandés nunca dijo ni una palabra, ni jugó con él, de hecho comenzó a llorar cuando Checo con su boca simuló una explosión entre dos autos.

Al final del día sus vecinos se retiraron. Sin antes hacer que sus hijos se dieran un amistoso abrazo, Sergio sonrió incómodo y Max amenazaba con volver a llorar, cuando el mexicano se acercó a abrazarlo, la naricita de Max captó un dulce aroma en su nuca qué no pudo analizar bien porque el niño castaño lo soltó inmediatamente. Hipnotizado dió un paso hacía adelante queriendo volver a colocar su nariz ahí pero su padre, Toto, ya lo había cargado en brazos para regresar a su hogar.

– ¿Y que te pareció Max, hijo? – Antonio miró a su cachorro cerrando la puerta.

– no me gustó papi, Max es raro – respondió con la verdad y subió de nuevo a su habitación a jugar.

A partir de ese día un lindo vínculo se formó en ambos niños. Max comenzó a buscar a su vecino para “jugar” y Sergio fue forzado a salir con él, aunque el neerlandés si se divertía jugando con él, lo buscaba más para olisquear su cuello.

Chocolate y galletas... Le gustaba. Algo dentro de él se removió pero no le dió importancia.

A los seis años ambos ya se habían convertido en los mejores amigos. Y Max quería a Sergio.

– te quiero.

– ¡Yo también te quiero Maxie! – lo abrazó.

El rubio escondió su rostro en el cuello del castaño olisquenado ese olor que siempre tenía. Checo se removió riendo.

– me haces cosquillas Max – se alejó – ven, juguemos en mi cuarto, me compraron un videojuego nuevo y he estado esperando al fin de semana para jugar contigo– tomó su mano para ir a la habitación.

El corazón de Max se aceleró. Desde la sala António miraba como los niños se comportaban y es que no tenía nada en contra de ellos, sino que actuaban raro, Sergio tenía otros amiguitos en la escuela y no se la pasaba pegados a ellos o mucho menos dejaba que acercarán su nariz a su aún no formada glándula, aunque Toto y Christian le decían que eran niños sin presentarse, aún no sabían lo que hacían.

A los siete años. Max y Sergio se dieron su primer beso, fue una vez en dónde Max se cayó se un árbol y se raspó la rodilla, Checo le dió un beso en la zona afectada.

– ¿P-Por qué, me das un beso en la rodilla? – preguntó aún con los ojos llenos de lágrimas.

– mi papi dice que un besito quita el dolor, cuando yo me pegó en mi brazo o en mi pierna siempre me da un beso ahí y se me quita, dice qué son magicos.

– no es cierto – sollozó – aún me duele.

Sérgio volvió a darle un besito en la rodilla. Está vez Max se ruborizó sintiendo su corazón latir con fuerza.

– es raro... – murmuró dejando de llorar.

– pero sirve ¿O no?

– me duele aquí también – señaló su mano. Checo tomó la mano ajena dejando un beso en ella – también aquí – señaló su mejilla.

– no es cierto – replicó.

– me caí de un árbol ¡Me due...! – un beso en la mejilla lo interrumpió.

Max giró su rostro para ver a un sonrojado Sergio. Los latidos acelerados de ambos niños se sincronizaron e incluso al mirarse a los ojos sintieron un hormigueo en su nuca, justo donde su glándula comenzaba a aparecer.

El niño rubio se acercó lentamente hasta presionar sus labios con los de Checo, fue un beso de cinco segundos antes de separarse, ambos sintiendo mariposas en el estómago.

– ¿También te dolía ahí? – murmuró el castaño.

Max asistió.

– mucho.

Esos dos niños a los siete años ya habían encontrado a su destinado sin siquiera presentar castas. Sin siquiera saberlo. Esa tarde se jugaron amor eterno y siguieron dandose besos.

Antonio Pérez ya no lo vió normal, cuando recogieron a Max él se despidió de Sergio con un beso en la mejilla que dejó perplejo al alfa... Y su hijo... Su hijo varón ¡Le dió un beso en la boca! Eso era inaceptable.

Sí Toto y Christian no iban a corregir su pequeño fenómeno, él haría algo al respecto con el suyo antes de que fuera tarde, lo haría un hombre normal. Un alfa normal (Estaba seguro qué sería un alfa)

Aquí el primer capítulo, cualquier corrección me dicen. Espero que les agrade esta historia.

Besos en el sin orillas 😘

My Very First LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora