₁₆

693 117 23
                                    

El alfa lo tumba boca abajo en la cama, sintiendo la anticipación y la excitación del erecto miembro pegado a su trasero. Acaricia su espalda, dejando que sus manos exploren cada rincón de su piel, despertando sensaciones repugnantes en 11. Se inclinó a besar su cuello hasta llegar a mordisquear el lóbulo de su oreja.

– hmmmm... Te ves tan follable – murmuró con voz ronca.

No respondió. Se limitó a inclinar la cabeza a un lado dándole más acceso.

– y hueles tan bien...

– yo no tengo aroma.

– buena respuesta precioso – apretó su trasero.

Pero no siente nada. Ya no.

Se siente completamente vacío por dentro. Es como si su alma se hubiera consumido poco a poco con cada día que pasaba sometido a la tortura. Ya no siente nada, ni alegría ni tristeza. Es una alma vacía que simplemente existe.

Ya no lloraba cuándo él lo tomaba por la fuerza cada noche. Ya no suplicaba que pare. Ya no se sentía desesperado por escapar. Ha perdido por completo su rumbo y sentido de sí mismo después de tantos años de sufrimiento físico y psicológico

Ya no le quedan ganas de vivir realmente. Sólo se mantiene en un estado de mera existencia, respirando por inercia, sin ninguna chispa que lo motive a seguir adelante.

– es momento de ponerte bonito... – bajó su

El alfa siente cómo el delgado cuerpo se estremece bajo sus caricias. Baja sus manos hacia los planos glúteos y darles un suave apretón, mientras sus labios se acercan a su oído para susurrarle.

– iremos de paseó.

– ¿Paseo? – enterró su rostro en la almohada ahogando los lloriqueos.

– eres un soldado después de todo.

Usa sus dedos para explorar su entrada y estimular tu punto más sensible. Sergio como siempre... No hace sonido alguno, pero tiembla de miedo al escuchar el sonido de la bragueta bajar, detrás de él.

– ¿A... Dónde? – suspiró.

– callate y dejame disfrutarte.

Sergio sollozó doloroso. Retiró los dedos y se adentró bruscamente sin terminar su preparación. El cuerpo de Sergio se tensa y ahoga un gemido en la almohada, el alfa comienza a mover sus caderas buscando su propio placer.

– ¿Has estado con alguien más? Te siento más suelto – lo tomó de las caderas.

– no.

– no me mientas 11.

– no lo hago sabes... – jadea de dolor al sentir como se enterraban en él sin estimulación – s-sabes que no puedo mentir.

– mmmmmh... – movió sus caderas – no te creo – pasó sus colmillos por la piel quemada donde debería estar su glándula – tal vez ya debería hacerlo oficial ¿No? – preguntó burlón.

Tembló de miedo.

– por favor... No...

– no lo haré, aún – amenazó – tengo otros planes para esa asquerosa cosa que haces llamar glándula. Deberías agradecer que quisiera morderte... Ningún otro alfa quisiera enterrar sus dientes en esto – besó su mejilla.

Cuándo él terminó por derramar su semen dentro de él recogió sus cosas y cuándo estuvo a punto de irse recibo una llamada.

11 se permitió llorar en silencio, prefiere la muerte a unirse a él.

My Very First LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora