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Parte V

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Max dejó escapar un suave gruñido mientras acunaba a Checo contra su pecho. Su omega se acurrucó más cerca, enterrando la nariz en el cuello del alfa e inhalando profundamente su aroma reconfortante.

Así eran sus días durante su calor.

Cuando su cuerpo comenzaba a mojarse Max salía de la cabaña y en su lugar entraba Charles. Cuándo pasaba regresaba y así sucesivamente. Por más que el mexicano le rogara quedarse no podia.

El primer celo de los omegas, su lobo tomaba completamente el mando durante sus momentos de necesidad. Sergio al ya tener pareja eran cortos y menos dolosos gracias a las feromonas impregnadas en él.

Estaban acurrucados juntos en el nido de mantas gruesas, ropa de ambos y almohadas mullidas que Sergio había construido frente a la chimenea. El cálido fuego crepitante proyectaba sombras danzantes sobre sus cuerpos semi desnudos y entrelazados.

– Sergio...

– ¿Hmh?

Tomando la mano de su omega entre las suyas, el alfa se aproximaba a su pecoso con una pesadez en el pecho que solo la culpa podía generar. Sus palabras hirientes aún resonaban en el aire, como ecos de una tormenta que había dejado cicatrices en el corazón de su amado.

– yo... Reconozco que mis palabras fueron sido innecesariamente duras y dolorosas, y lo lamento con toda mi alma. No hay excusa para lo que dije, me dejé llevar por mis celos y la ira, y eso no justifica en absoluto mi comportamiento. No hay palabras que puedan expresar la magnitud de mi error. Sé que lo que te dije te hirió, y por eso me duele el alma. Nunca fue mi intención causarte daño. Eres la persona más importante en mi vida, y jamás querría lastimarte.

Con lágrimas en los ojos, el alfa besa sus manos con ternura.

– no se trata solo de lo que dijiste, sino de cómo lo dijiste. Me hiciste sentir inferior, como si no fuera lo suficientemente bueno para ti

– eres mi omega, mi pareja, mi confidente. Eres la luz que ilumina mi vida, la razón por la que soy quien soy. No puedo imaginar mi existencia sin ti

– pero tus palabras hirieron mi corazón, y ahora tengo miedo. Miedo de que vuelvas a decir algo así, miedo de que no me quieras realmente.

Max toma su rostro entre sus manos.

– te juro por lo más sagrado que nunca más te diré nada que te haga daño. Mis celos no son más que una sombra de mi gran amor por ti, y nunca permitiré que esa sombra oscurezca nuestra relación.

– Max-

– te amo – lo interrumpió – te amo con todo mi corazón, y prometo que nunca volveré a lastimarte. Eres mi todo, y jamás te perderé

Los ojos del omega se humedecen con lágrimas de emoción. Una sonrisa tímida se dibuja en sus labios.

– yo también te amo – susurró con voz suave.

Max suspiró sonriendo.

Enamorado.

– siempre supe que ibas a ser mío – confesó – la primera vez que te conocí detecté tú aroma... Fue leve pero lo detecté, no le dí importancia en ese momento pero ahora se que fuí hecho para tí.

– ¿Aroma? – Sergio alzó una ceja.

– creo que era galleta, no recuerdo bien, fue algo rápido – entrecerró sus ojos – de hecho... Toda la vida siempre he detectado ciertos aromas en ti.

My Very First LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora