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A los 20 años, Checo era apenas una sombra del joven omega vibrante y lleno de vida que una vez fue. Los años de abuso y "terapia de conversión" a manos de su propio padre lo habían destrozado, cuerpo y alma.

Después de que lo arrancaran de los brazos de Max en aquel día, el pecoso fue sometido a un infierno sin fin. Primero vino el costoso campamento de "reorientación" en las montañas, donde lo encerraban y lo sometían a simulacros de apareamiento forzados con omegas pagados para intentar "curar" sus inclinaciones naturales y despertar su “alfa interior”

Cuando eso no funcionó, su padre desesperado recurrió a opciones más extremas. Sergio fue internado en una instalación de máxima seguridad que prometía "reprogramar" su biología omega a través de una combinación de torturas psicológicas, terapia de restricción e inyecciones de hormonas experimentales.

Las cicatrices de los abusos aún cruzaban los brazos y el torso de Checo, recordatorios permanentes del infierno que había soportado. Fue forzado a presenciar humillaciones y castigos brutales, todo en un intento por romper su "condición desviada". Los superiores abusaban de él en tiempos de descanso, lloraba en las noches odiandose a si mismo por ser Omega.

Finalmente, cuando cumplió 21 años, su padre recurrió a la última opción desesperada. A través de conexiones militares de alto rango, Antonio Pérez consiguió que su hijo fuera reclutado obligatoriamente en un programa secreto del ejército.

Conocido sólo como la "Iniciativa Curius", este misterioso proyecto buscaba aparentemente "curar" a los omegas problemáticos mediante un entrenamiento militar riguroso e implacable diseñado para eliminar cualquier rastro de su naturaleza sumisa.

A su llegada, el mexicano fue rapado al cero y despojado de su ropa con la esperanza de “cambiar" (destruir) su antigua identidad omega. Le asignaron un número (11) en lugar de un nombre y fue entrenado para obedecer órdenes sin cuestionar ni una sola vez.

El régimen era brutal e inhumano, desde los primeros amaneceres con marchas forzadas de 20 millas con un equipo que pesaba el doble que él, hasta los largos días de entrenamiento de combate y ejercicios de privación de sueño. A los reclutas se les negaba incluso las necesidades más básicas sí no cumplían con los estándares implacables. Durante sus celos fueron torturados con electrochoques en los laterales de la cabeza para apagar lo que su lobo necesita.

Los oficiales al mando los trataban peor que animales, reforzando constantemente la falsa narrativa de que eran aberraciones genéticas que debían ser "arregladas" sin importar el costo. A 11 y los otros omegas se les prohibía cualquier tipo de contacto físico o entablar una conversación, incluso entre ellos. Estaban completamente aislados y tratados como infrahumanos indignos de compasión.

La comida era escasa y de mala calidad, apenas suficiente para sobrevivir. Pasó semanas enteras sometido a privación de alimentos y sueño mientras los instructores berreaban obscenidades e insultos degradantes.

Cualquier señal de rebeldía o su naturaleza omega latente eran castigados con severidad, a menudo con palizas brutales administradas por los instructores o los propios reclutas obligados a "corregir" a sus hermanos omegas descarriados.

Através de todo este abuso extremo e incesante, 11 apenas sobrevivió convirtiéndose en un caparazón hueco que funcionaba enteramente por instinto de supervivencia.

Dónde una vez hubo un joven hermoso y lleno de vida, cuya risa y sonrisa podían iluminar una habitación, ahora solo quedaba un soldado robótico y sin alma. Las marcas del dolor físico y mental eran evidentes en los ojos hundidos y la expresión vacía de 11 . Había sido despojado no solo de su propia identidad, sino de su humanidad misma.

My Very First LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora