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.Narrador

9:43 PM

- Eh amigo, pasáme la...la cosa está, una pizza.- Le pidió el de pelo verde a el bajo castaño, en una mesa grande, donde estaban todos cenando.

Este se la pasó pero el rapero lo agarró de la muñeca y lo dejó sentado al lado suyo. - ¿Qué onda con el spreen?- Le preguntó el voz baja, elevando un segundo la cabeza con curiosidad.

El bajo se puso un poco nervioso y debido a aquello solo rió, hasta que se volvió más incómodo al ver la cara seria de Mauro solo mirándolo.

- E-eh no, no sé...- Respondió con la mayor sinceridad que todos necesitábamos.

- Entonces no, ¿No es nada?- Preguntó interrogandolo a la vez que lo veía con un poco de pena al ver su cara medio entristecida.

- Supongo que no...pero no sé que se yo.- Tiro una carcajada para aliviar las cosas y se volvió a su lugar junto al pelinegro. Y el último nombrado volvió a colocar su mano izquierda en el muslo derecho de Rodrigo, acariciándolo de vez en cuando, como anteriormente.

Cayó la noche, es decir, una o dos de la mañana, hora a la que se suponía no deberían estar despiertos porque al día siguiente deberían comprar cosas, salir temprano para ir a una reunión todos, etc.

Pero claro, nadie va a decirles nada a esta...a estos ¿Amigos?

Cómo casi todas las noches, estaba el bajo en la habitación de el pelinegro, ambos acostados y tapados, uno frente a el otro viéndose detenidamente, dándose caricias, un poco de piquitos.

El de pestañas largas tomó atrevidamente la nalga izquierda de Rodrigo y lo acercó más hacia él, por lo que el ojiverde tuvo que subir su pierna sobre la cadera de él.

- Iván...- Le susurró, buscando su atención para decirle algo. Lo cuál logró obviamente, los ojos de el ojimarrón no se despegaban de él ni un segundo, sus miradas conectadas producían más placer del que creían.

- Decime.- Le volvió a susurrar, cerca de sus labios, ya que sus caras estaban solo a centímetros y sus alimentos chocaban de vez en cuando.

Intentando perder un poco de timidez, bajó su mirada para no chocar contra la ahora intimidante mirada de él alto enfrente suyo, que lo veía esperando respuesta. - ¿Somos amigos?- Fue lo primero que preguntó, volviendo su mirada hacia arriba obligadamente por la mano de el pelinegro en su mentón, acariciándolo.

- Rodri...te puedo asegurar que somos todo menos amigos.- Respondió riéndose un poco y dejándole un beso en la mejilla. La risa se le contagio también a él y entonces quedaron otra vez sus miradas brillosas observándose, con una sonrisa de parte de ambos. - Mira...yo, te amo Rodrigo, te amo mucho y, enserio no sé cómo es que este sentimiento de la nada surgió pero, me gusta mucho, vos me gustas mucho.- Le dijo generandole un poco de tranquilidad y dándole un beso.

A el menor le encantaban los besos de el pelinegro, odiaba sentirse tan sumiso a su lado, pero sinceramente le encantaba que lo dominen, bueno, solo que lo domine él, pero nunca lo iba a admitir. Sus manos encontraron un cómodo espacio detrás del cuello de el mayor, pudiendo así tomar control y acercarlo más.

el beso ya pasaba a mayores, no era uno tierno, demostraba mil cosas más, miles de sentimientos y ganas. Su esponjoso, suave y rosa labio inferior, fue mordido levemente por los dientes de el que se encontraba arriba suyo masajeando con deseo sus muslos tapados por sus bermudas de dormir.

Al sentir su labio ser mordido soltó un jadeo caliente que rebotó en la boca de el mayor y volvió a la suya, la boca de el alto volvió a juntarse con la de él pero esta vez se había adentrado una lengua suave y muy caliente que chocó contra la suya.

•·.·"¿Y si lo intentamos?"·.·•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora