22.

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La sangre le hervía, cómo ese muchacho se atrevía a tocar a su precioso Sunoo, era un maldito.

Sunoo era solamente suyo, nadie debía tocarlo y se maldijo tanto por no haber asistido a clases, sabía que su novio era muy pretendido y esas cosas pasarían.

Pero muchas veces le había dejado en claro al coreano que era solamente suyo.
No tenía que andarse ofreciéndose por ahí.



El pequeño niño de siete años lloraba con fuerza en la esquina de su habitación, estaba con la carita apoyada sobre sus rodillas mientras espesas lágrimas bajaban por sus mejillas, tenía la carita roja de tanto llanto. Quería devolverse a casa de su abuela, odiaba oír cuando sus padres discutían.

Después de media hora se encontraba más tranquilo soltando hipidos y con los ojos hinchados, escuchó el portazo y su cuerpo se movió por sí solo, corriendo a toda prisa a la habitación de sus padres.

Abrió la puerta y su corazón se apretujo al ver a su madre en el suelo limpiando el rastro de sangre que había en su labio.

—Riki, amor... Ve a tú habitación anda.— pidió en un hilo de voz, tratando de ocultar los recientes moretones en su cuerpo, sabiendo que en cualquier momento su esposo volvería.

¡No mamá! Yo me quedo, déjame ayudarte a curarte, tú siempre me curas cuando me raspó las rodillas jugando fútbol...— los ojitos del menor brillaban en señal que volvería a llorar.

Riki, estoy bien cariño... Papá volverá y prefiero que no estés aquí, ¿Sí?— el niño se negó corriendo a abrazarla con delicadeza, temiendo hacerle daño. Para Niki su madre era un pétalo y su pequeña cabecita no entendía porque a su padre le gustaba tanto dañarla.

La pobre mujer cerró sus ojos sintiendo cómo su corazón se destruía, Niki no merecía presenciar todo eso.

La puerta se volvió a abrir dejando ver al hombre, había ido a la cocina por una lata de cerveza.

La mujer tembló temerosa y Niki se aferró a ella.

¡Dañaste mucho a mamá! Eres un monstruo, papi malo, malo, malo.— gritó el niño con lágrimas y enojo en sus ojos.

El hombre solo levantó la mano y le dio una bofetada, a la señora Nishimura.

Deja de ser una maldita inútil y saca al mocoso de aquí, que todavía no termino contigo.—

La mujer solamente tocó su mejilla que dolía horriblemente y se agachó a la altura de Niki, sonriéndole pese a que tenía tremendas ganas de llorar.

Riki, ve a tú habitación y en un rato iré a dejarte una rebanada de pastel, ¿Sí?—

¡No! Papá va a dañarte y no quiero... Yo no quiero que mami sufra, si papi quiere pegarle a alguien que sea a mí— el niño se giró a su padre y sus ojitos se volvieron a llenar de lágrimas. —Mamá es muy buena y no merece que la dañes...—

El señor Nishimura solamente jalo del cabello al niño, dejó la lata de cerveza en el buró y busco algo en el cajón de éste mismo.

Finalmente sacó una pistola y apuntó directamente a su madre y Niki gritó aterrorizado.

Tu madre es una ofrecida, malagradecida Niki... Dime, en el futuro quién de los dos quieres ser, ¿Ella o yo?— y el señor disparo en dirección al suelo, muy cerca de su esposa.

Niki lloró más alto negando con su cabeza y rogándole a su padre que se detuviera.

Contéstame Riki, ¿Quién quieres ser, ella o yo?— repitió levantando el arma a dirección de la cabeza de la señora, quién por su parte solo lloraba asustada.

Al no recibir respuesta el hombre presionó sutilmente el gatillo.

Lo voy hacer Riki y lo sabes, responde de una maldita vez, ¿Quién de los dos quieres ser?—

Y disparo en dirección a la pared, a un lado de la cabeza de la mujer haciendo que tanto como ella y su hijo gritaran aterrorizados.

¡Tu! Quiero ser tu pero ya deja eso papá.— Al oír aquella respuesta de giro a la dirección del menor y le dio una bofetada a su hijo.

Eres tan débil y blando que me das asco Riki. Si sigues así, terminarás como ella, así que ve y púdranse juntos.— empujó bruscamente al niño en dirección a su madre y salió de la habitación con un portazo.

Madre e hijo se abrazaron con muchísimo miedo y lloraron, Niki no quería terminar cómo su madre, no quería revivir esas horribles sensaciones nuevamente.

Esa noche durmió junto a ella y rezó con mucha fé a Dios, pidió por su madre, pidió para que sus padres nunca pelearán y fueran una familia muy feliz, esa noche durmió tranquilo, porque sabía que sus intenciones eran buenas y lo había pedido con mucha fuerza. Su abuela decía que Dios escuchaba todo y él quería ayuda.

Pero Dios esa noche no lo escuchó y después de ese día Niki dejo de pedir porque nunca se arreglaría su familia.

Y era por ese motivo que sus padres apoyaban y protegían al monstruo que tenían de hijo, porque ellos se habían encargado de matar al inocente y dulce niño.

Niki era su creación y debían tomar la responsabilidad.



El japonés estacionó su auto afuera de la universidad y no tardó mucho en que las personas comenzarán a salir rumbo a sus hogares, así que se recargó en su auto esperando a Sunoo y su nuevo amigo, claro primero se había cerciorado que su arma estuviera en el maletín del auto.

Obsession ⪼ SunkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora