XI

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Feliz Lectura




Al subir de nuevo a los caballos, Surial le pregunto a Carson si estaba consciente de que a veces el lobo vive entre las ovejas. Obviamente Carson lo mando a la mierda y le dijo que anoche había hecho un gran esfuerzo en no llevarme detrás de un árbol y cogerme, pero que por respeto no lo había hecho. Todos sus Cazadores se rieron menos el serio del grupo que sólo dio una sonrisa superficial a la situación.

La cara de Surial fue de lo mejor, me encantó tanto que pienso compensar esto porque mi esposo hizo un buen trabajo al hacer que nos dejará en paz por un buen y razonable número de horas.

En el camino Carson cazó un par de liebres y su lindo equipo las lavo para terminarlas asando a una hora considerada de la tarde. Por mi parte comí un poco de pan duro con higos que el animal no sería más que para ellos; las brujas que vienen con Suriel me han dicho que esperan esté usando protección con el Cazador.

Son brujas que también conozco desde que era una niña, son Ivhana y Nuas, ambas son una molestia enorme y más juntas por lo que siempre se han llevado bien y eso me ha quedado claro desde siempre. Me molestan mucho porque decían que ser una bruja gris era lo peor que pudo pasarme y que agradeciera si Surial me hacía su esposa cuando fuera el momento.

Nunca quise a Surial de esa forma.

Ni cuando nos reencontramos a los trece y pasaron unos cuantos años y todo mi cuerpo cambio… nunca lo ví así.

Mucho menos ahora que Carson parece no querer soltarme en ningún momento.

—Estás muy pensativa.

Elevo la vista a Carson para darle una sonrisa suave para que me conteste de la misma forma.

En teoría no debería estar gestando del Cazador, pero no ha llegado mi periodo y estoy empezando a creer que no hice el anticonceptivo muy fuerte para terminar con el posible embarazo que pudo dejarme el Cazador.

—Estaba pensando en algo—me encojo de hombros para regresar la vista a mis manos—. Nada importante.

—Lo es sí hace que estés evitando mirarme desde hoy en la mañana—trago despacio—. ¿Retraso?

Levanto la cabeza de golpe lo que lo hace sonreír al muy bastardo. Se pone de pie darle la vuelta a la mesa improvisada que hicieron sus compañeros para comer, se sienta a mi lado para tomar mi mentón y darme una sonrisa simple que me hela la sangre.

—No tienes porque evitarme si es retraso—me relamo los labios viéndolo—. Te dije que sí llegaba a dónde tenía que llegar estarías conmigo siempre, ¿no?

—Debe ser natural.

—Tan natural como el haber embarazado a mi esposa.

Le hago un gesto grosero que lo hace reír antes de acercarse y besarme los labios con suavidad, pero cambia de parecer para internar su lengua en mi boca con una invitación dulce, que no recuerdo haberle dado. Toma mi cintura con posesividad para apretar mi cuerpo contra él y seguir con su beso.

Jadeo contra su boca mientras sigue devorando cada espacio de mí y de mi alma.

—Te prometo que mi familia es lo único que me importa ahora.

—Es muy pronto para considerar familia a una mujer que acaba de meterse en tu vida.

—Lo hizo hace cuatro meses—muerde mi labio inferior haciéndome lloriquear por la fuerza—. Recuerdo que me intrigó conocer a la mujer que reía sola en la barra con una ninfa a su lado—eso… eso no paso cuando nos casamos—. Tienes siendo el centro de mi atención y deseo desde hace casi un año—ni oportunidad de abrir la boca me deja… sólo… me besa para luego separarse y sonreír—. Tenía meses esperando el momento para acercarme y hablar contigo, carajo… cuando te tuve esa maldita noche… fue la gloria, podía escuchar tus gemidos contra mi oído días y noches después…

Sueños MalditosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora