Capítulo 3: charlas de bar

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Había un bar a quinientos metros del cuartel de los cazadores que siempre tenía sus puertas abiertas. El ambiente estaba perfectamente climatizado, lleno de murmullos alegres de personas que celebraban el estar vivos. Tres caballeros conversaban sentados en la barra de madera pulida. Uno de ellos destacaba por su cabello rubio y su incesante parloteo. El único que dejaba calentar su chop de cerveza mientras informaba de las últimas noticias a sus colegas, Raimundo Lambert.

–¿Tienen planes para la semana de descanso que nos dieron? –dijo Raimundo –yo planeo pasarla con mi amante secreta, les diría quién es, pero ella me pidió que no saque a la luz nuestra relación. No la entiendo, normalmente las mujeres quieren lo contrario.

–¿Tiene pareja o está casada? –preguntó Carlos.

–No, claro que no.

–Tal vez también tiene otras parejas secretas además de vos.

–¿Vos decis? No parece ese tipo de mujer.

–Esas son las más tramposas –respondía Carlos.

Kiriel estaba sumido en sus propios pensamientos. Él recordaba cómo ese hombre de cabello turquesa miraba a su amiga. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que habló con ella, tal vez, ella ya tenía pareja y él no lo sabía.

–¿De verdad no podes decir el nombre de la mina? –preguntaba Carlos –por ahí yo se algo de ella ¿Cómo te vas a enterar si está con otro si no podes revelar su nombre? Es muy sospechoso.

–Ya te dije que no voy a decir quién es, no insistas –Raimundo tomó un trago de cerveza –además, si tiene a otro le voy a mostrar que yo soy el mejor partido.

–Amigo, siento pena por vos.

–¿Qué decís Rai? –Kiriel se metió en la conversación.

–Lo que escuchaste Kiriel.

–Pero ¿Y si se va con otro?

–Eso no va a pasar, estoy seguro, no van a convencerme de lo contrario.

–Quisiera tener tu seguridad –replicó Kiriel.

–¿Ah? –sonrió el joven Lambert con picardía –¡Ahora caigo! Vos volviste por mi prima ¿No?

–No quiero arruinarte los planes amigo, pero es mejor que te olvides de esa mujer. Estoy seguro de que sale con ese monstruo que es mitad entidad.

–¿A quién te referís? –le preguntó Kiriel a Carlos.

–No le hagas caso –dijo Raimundo –Ian, el que tiene el pelo celeste, es amigo de Alexia, pero de ahí no pasa.

–¿Ese hombre es mitad entidad? –Kiriel irguió su espalda mostrando un rostro serio –Es la primera vez que oigo algo así.

–¿En Europa no tienen eso? –se burló Raimundo –El padre de Ian no le tuvo miedo al éxito y se casó con una entidad, luego nació él, pero no es el único.

–¿Hay más? –preguntó Kiriel sorprendido.

–La mayoría oculta su identidad –dijo Carlos –nadie quiere acercarse a un maldito monstruo, se ven como nosotros, pero son diferentes.

–Pensé que era porque no te conocía, pero realmente sos desagradable –le dijo Raimundo a Carlos –los mestizos son los mejores cazadores en esta región, aunque los discriminen, los clanes compiten por tenerlos en sus filas.

–Disculpa Lambert, sólo te tengo respeto por tu apellido, pero yo no voy a soportar a un progre como vos –Carlos se levantó de su banqueta y se fue del bar dejando a los dos caballeros hablando solos.

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