Capítulo 5: el peso de las palabras

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Alexia le había escrito a Kiriel que tenía algo importante que decirle. Él sentía esto como un deja vu, pues antes de irse al extranjero, ella le había dicho lo mismo. Él recordaba con claridad como ella lo miró a los ojos por un instante y su rostro reflejaba preocupación. Sin embargo, sus amigos de esa época los interrumpieron y ella lo dejó ir sin decirle nada.

En ese momento, se sentó en su cama y se dio cuenta que ellos no habían acordado un horario para reunirse. Él se apresuró para tomar su teléfono, por poco su mano torpe lo deja caer al suelo, pero logró escribir <¿podemos reunirnos en la mañana?>. Él contó cada segundo hasta que ella respondió que pase por su casa a las 10 AM. Aún eran las seis y él comenzó a prepararse. Sonrió al notar que ella tampoco había dormido mucho ¿Desde cuándo se había vuelto así?

—Tal vez debí cancelarle —susurró Alexia aún acostada en su cama. No logró dejar de pensar en las palabras de su amigo. Aunque le parecía cruel, sentía que había verdad en ellas. Aún así, sabía que ,como suelen decir, no podía tapar el sol con un dedo. En aquel tiempo nadie sabía sobre su padre, pero ahora sólo era cuestión de tiempo para que él se enterara. La mujer suspiró y cerró sus ojos —igual no somos nada, ya se fue una vez y dijo que no volvería. 

Alexia despidió a su madre y comenzó a prepararse. Ese día haría calor por lo que no se contuvo en enseñar su piel. Aunque sabía que iba a llamar la atención, ella usó un top y un short ambos de color negro. La piel de Alexia fácilmente se veía más pálida de lo normal debido a su resistencia natural a la radiación ultravioleta. Ella solía camuflar esto con maquillaje, pero ese día decidió no maquillarse. Mientras tanto el tiempo parecía dilatarse con cada segundo que pasaba, ella se sentó en los escalones de la entrada de su casa a esperarlo.

Kiriel llegó antes de la hora esperada, ella se paró al verlo y él se congeló por un segundo. Pero, ella no lo notó. La mujer mordió su labio inferior para calmarse y luego sonrió como siempre. Para él todo pasó en cámara lenta, pero algo no le cuadraba. El hombre sintió una sensación extraña.

—Llegaste temprano —dijo Alexia —estaba muy ansiosa por verte —Ella iba a abrazarlo como en su anterior reencuentro, pero se detuvo al ser consciente de lo que estaba por hacer.

—Yo también estaba muy ansioso, hace mucho que no nos reunimos así —él se inclinó y le dió un beso en la mejilla. Luego  tomó su mano —Encontré un lugar nuevo cerca de donde solíamos reunirnos, vamos a desayunar ahí.

—Si, será interesante.

Durante el camino ella evitaba mirarlo, le ocultaba tantas cosas que le era difícil continuar así. Además, aún le seguía gustando. No consiguió relajarse mucho, pronto llegaron al lugar. Era una pintoresca pastelería y cafetería. Las mesas eran pequeñas y redondas cuyas patas estaban adornadas con líneas contorneadas al igual que las sillas.

—Es lindo ¿No? —dijo Kiriel.

—Si, no tenía idea de que existía este lugar… —ella se corrigió rápidamente —como no suelo desayunar o merendar fuera de casa.

—Entiendo.

Entraron para ordenar un desayuno completo y luego se sentaron afuera del local para tener más privacidad, pues adentro ya estaba lleno.

—Hay algo importante que quiero decirte —dijo Kiriel.

—Disculpa por interrumpirte, pero justo tengo que ir al baño —contestó ella con una sonrisa forzada.

—Está bien.

Ella se fue rápidamente y se mojó la cara, entonces pudo notar cómo temblaban sus manos. Respiró profundo y exhaló, luego abrió y cerró sus puños. Suspiró  y al salir casi se choca con la camarera. Al sentarse nuevamente fingió que todo estaba bien.

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