Capítulo 9: Sueño de siete días

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Lo último que Kiriel recordaba era una verdadera pesadilla, le había hecho daño a Alexia aunque se resistió a hacerlo. Su cuerpo no le obedecía, estaba atrapado como en un horrible sueño y sentía un dolor agudo en la cabeza.

Él estaba en su casa cuando su cuerpo dejó de responderle. Quién lo controlaba era una mujer de cabello rojo profundo, casi bordó. Su rostro era delgado, con los pómulos marcados y una gran boca sonriente. Sus ojos eran de color rosado como si fueran los de un hada, pero su mirada era la de un demonio. Totalmente siniestra.

Al ver a Alexia sufrir mientras se resistía al ataque de la mujer, todo se fue apagando de a poco. Al principio él veía, oía y sentía todo de una manera tan nítida como la realidad misma. Entonces, Alexia se soltó de su agarre y todo se volvió difuso. El volumen del sonido fue bajando en cuestión de segundos, la escena se volvía cada vez más irreal. Lo demás fue tan fluido que no notó en qué momento el escenario cambió por completo.

Él se hallaba en un lugar oscuro, donde corría una brisa fría que le provocó un escalofrío. Esto le hizo notar el cambio, sentía que despertó de un sueño, pero no entendía qué estaba pasando. Miró a su alrededor, su vista se adaptó lentamente a la oscuridad del bosque. Él intentó buscar una fuente de luz para seguirla, así notó que la tierra estaba bastante húmeda. Había algo extraño, el bosque estaba demasiado silencioso. Kiriel no se quedó quieto, él se dispuso a avanzar.

Él caminó lentamente hasta que al cabo de un tiempo vio una luz cálida que provenía de algún rincón. Al llegar, el paisaje había cambiado. El denso bosque se volvió en sólidas paredes iluminadas por una lámpara de bajo consumo de luz cálida. Kiriel reconoció esas paredes, las cerámicas del piso, el sillón del living de su antigua casa con un televisor enfrente. Él observó cómo su antiguo yo se sentaba allí junto a su amiga de siempre. Kiriel no estaba seguro de haber visto esa escena antes.

Su yo adolescente hablaba sobre ver una película junto a la pelirroja, pero el motivo... En ese momento él recordó lo vivido.

—Escuché que a Mélani le gusta esta película —dijo un Kiriel más joven.

—¿Y por eso vamos a verla? —Le respondió Alexia de ese tiempo.

—Claro, tengo curiosidad —sonrió él.

—¿No sería mejor si la ves con ella?

—No, necesito verla para tener algo en común y así hablar con ella. Si ella estuviera aquí, no podría prestarle atención a la película.

—¿Es enserio? —dijo Alexia con un tono de indignación.

—No sé por qué me gasto en explicarte, a vos no te gusta nadie, por eso entendés —respondió Kiriel de ese entonces.

Alexia se quedó callada y cruzó los brazos, su expresión era seria y sus labios estaban apretados. Seguramente, ella tenía más para decir pensó Kiriel al ver ese recuerdo. Aunque en ese momento no tenía idea de lo que pasaba, él se sintió mal por haber sido tan desconsiderado con su respuesta.

La pared que estaba a la derecha de la televisión se desvaneció mostrando nuevamente aquel bosque. Kiriel se dirigió allí, no quería quedarse en ese lugar, pues ahora le resultaba incómodo. Él seguía sin rumbo, entonces el paisaje comenzó a cambiar, los árboles eran menos densos y no tardó en ver un sendero iluminado por una tenue luz de luna. Sin dudar él continuó por ese sendero. No estaba seguro a dónde se dirigía ni a dónde quería ir. Sólo se limitaba a caminar.

Él vio que el sendero terminaba en un lugar soleado y despejado. Era el patio trasero de la casa en la que estuvo con anterioridad. Pronto sintió el pasto crujir bajo sus pies, escuchó el murmullo lejano de la ciudad. El aire fresco le erizó la piel y se sobresaltó al ver esta nueva escena.

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