Preludio: El Mito De La Caverna

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"Daría todo lo que sé por la mitad de lo que ignoro."

- René Descartes.

Aquella frase me capturó, un martes de lectura, en el camino a la sesión semanal de rehabilitación del habla. Me quedé inmóvil, con los ojos fijos en el muro que proclamaba la "Cita del día", rodeada de papeles que parecían susurrar algunas otras frases que ahora me son difusas. Esa frase, en particular, se ancló en mi mente, resonando como un eco persistente, incluso cuando leer aún me resultaba abstracto.

Un escalofrío recorrió mi columna al comprenderla, como un balde de agua fría, como si se me hubiera revelado que esa fue mi maldición, como si en algún momento hubiera sellado ese pacto con el universo, intercambiando todo mi conocimiento, mi vida completa, por el misterio de lo desconocido.

Voces murmuran que renací, que mi pasado, mis recuerdos, fueron arrancados de mí para dejarme un futuro lleno de enigmas. Es una bendición y una maldición perderlo todo para ganar lo desconocido.

Han pasado cinco años desde que desperté de mi frío sueño; para mí, ha sido toda mi vida.

Mis cuidadores murmuran a través de las paredes, que la tierra me tragó y me escupió sin

recuerdos, sin palabras, solo con mi nombre como un mantra solitario en mis labios:

"Dorian", "Dorian"...

Recuerdo el frío penetrando en mis huesos y luces cegadoras en el momento en que me encontraron, pero nada antes de eso, y solo fragmentos después. Algunos me ven como un milagro; otros, como un error. Pero nadie conoce mi origen.

Me dicen que es por mi bien, pero cada vez que busco respuestas, solo encuentro puertas cerradas y silencios elocuentes.

Mis cuidadoras han sido mi faro, enseñándome a hablar, a leer, a conocer el mundo. Formaron quien soy actualmente, reconstruyendo un ser desde las cenizas del olvido.

Mañana, seré reintegrado al mundo, asegurando que estoy listo. Pero hay un vacío, una pieza perdida que anhelo encontrar. A pesar de ello, un deseo más fuerte me empuja hacia el exterior, hacia las maravillas que me han sido prometidas pero nunca experimentadas.

Anhelo descubrir el fragante aroma de las pintorescas flores que solo conozco por imágenes, explorar bibliotecas repletas de sabiduría, incluso más grandes que las que hay aquí adentro, y sentir la brisa matutina en mi rostro. Me pregunto si el bullicio de la vida moderna será tan abrumador como aseveran.

La noche previa a mi nueva vida, mi mente vaga por posibilidades y temores. Mañana, Dorian tendrá un apellido, una identidad completa. La soledad me aguarda, pero también la esperanza de relacionarme con mis semejantes y, tal vez, algún día formar una familia.

Me han dado una dirección, una cuenta bancaria y un mapa hacia lo que será mi nuevo hogar en las costas rocosas de Stillewelle.

No conduciré hasta que la ciudad se vuelva familiar; me aconsejan mis cuidadoras. Mientras tanto, el tren será mi guía y él me llevará a través de los paisajes paradisíacos de esta pequeña isla, como en las películas de la Gran Manzana que tanto me fascinan, y tal vez así algún día pueda conocer cada rincón de este manto solitario de tierra.

Pero ahora, el sueño me reclama, y debo descansar para enfrentar el amanecer de un mundo nuevo.

Siempre tuyo,

- Dorian.

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