CAPÍTULO XII

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    «Todo esto es tuyo hijo, la herencia King es tuya. Cuando seas grande serás el mayor líder mercenario de todos los tiempos.»

    — Otro trago.

    El cantinero le deslizó un vaso de whisky por la barra hasta llegar a la mano de Charles. Levantó la mano y tomo todo de un solo trago.

    — Otro.

    — Señor, creo que ya fueron demasiados, lleva aquí 3 días.

    — No me importa ¿para qué sigo viviendo?

    — Se que su padre murió, pero su poder aún no, y es hora que usted este al mando de todo.

    — ¿Que me recomiendas para que todo no sea tan difícil?

    — Yo también estuve como usted un día, lo único que me sacó de la oscuridad y me hizo seguir adelante fue mi hijo.

    — ¿Hijo?

    — Si, ¿por qué llegarías en el futuro a tu casa? Para estar con tu hijo.

    — ¿Si?

    — Le enseñarías lo que sabes, serías su héroe sin importar quien seas, y además el heredaría tú poder.

    Charles se quedó en silencio pensando en todo lo que le decía el cantinero, se levanto de la mesa e intentó enamorar a alguna mujer, pero durante toda la noche le fue imposible.

    Salió del bar y de camino a casa encontró a una mujer en un andén llorando. Él se acercó y decidió preguntar:

    — ¿Estás bien?

    — Eh, si no te preocupes.

    — ¿Que haces aquí? Es muy tarde.

    — No tengo donde quedarme, mi marido me dejó en la calle.

    El suelo se nublo y una gran tormenta se desató.

    — Ven conmigo.

    — No, no puedo.

    — ¿Por?

    — ¿Quién eres?

    — Soy Charles, solo déjame ayudarte.

    — Bueno...

    — Gracias.

    Charles enseguida sacó su teléfono y llamo a uno de sus guardaespaldas para que lo viniera a recoger.

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