Capítulo 1 - Llegas Tarde

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Era una noche fría de enero, había llegado el sábado y Juanjo ya estaba harto de la vida. Estaban los dos maños sentados en unos taburetes viejos afuera del bar, tomando su descanso de las diez y cuarto. Naiara llevaba un enorme chaquetón negro encima del, según ella, "horrible" uniforme. Aun así, temblaba de frío y le pedía a Juanjo que entraran dentro. Él se negaba rotundamente, se estaba fumando un cigarro y además "tenía calor".

- ¿Cómo que calor? - dijo la morena - Pero si hacen como menos tres grados, no me jodas.

- Bueno, pues yo tengo calor. - le dio una calada a su cigarro - Te toca soportar, mañica.

Ella frunció el ceño y se quedó mirando a la puerta, el jefe los estaba llamando para que volvieran a trabajar. Parecía haber venido un grupo de chavales a tomar algo y habían llenado el bar, así que necesitaban al personal cuanto antes.

- Putos niñatos. - el aragonés se levantó y tiró el cigarrillo al suelo, pisándolo con rabia.

- Eh, que esos niñatos nos dan de comer. - enunció mientras se levantaba de aquel helado taburete - Al menos ya no voy a tener frío.

Él refunfuñó y ambos volvieron adentro, notando la enorme ola de calor que la gente desprendía. Veían como sus compañeros tomaban nota agobiados y el jefe estaba que echaba humo, el ambiente era angustioso.

- ¡Naiara! ¿Puedes venir? - la llamó el jefe desde la barra, llevaba una pequeña libreta en la mano y la miraba confundido.

- Ya me está llamando el pesado este. - murmuró entre dientes, Juanjo se reía silenciosamente de ella - ¡Voy!

Fue evitando a los jóvenes que había ya bailando mientras andaba, un cantante bastante conocido estaba actuando en el escenario y todo el mundo se estaba volviendo loco. Consiguió no chocarse con ninguno y llegar a donde estaba su jefe.

- Son las diez y cuarenta y el siguiente artista todavía no ha llegado. - le enseña la libreta - ¡Tendría que estar ya aquí! - mira al escenario - Joder, está casi terminando. Mira, hazme el favor de quedarte aquí a esperar a que venga.

- Vale, jefe. - coge la libreta y lee el nombre - Lucas Curotto, diez y media... Ese, ¿verdad?

- Sí, sí, ese. Luego vengo. - se fue hacia su despacho velozmente.

- Cabrón. - musitó para sí misma - Me deja a mí toda la mierda. - se apoyó en la barra - A ver ahora cuándo viene el Lucas este.

Como unos diez segundos después se abrió la puerta del bar y sonó la característica campanita. Era un chico atractivo con barba y vaqueros negros, miraba a los lados como si estuviera perdido. Cuando el moreno por fin localizó a Naiara fue hacia ella rápidamente. Ella solo se quedó mirándolo con cara de pocos amigos.

- ¡Perdón! Llego tarde, lo sé. Perdí el taxi y bueno... No importa. - explicó, le faltaba el aire.

- ¿Eres Lucas Curotto? - preguntó, no importándole nada de lo que había dicho.

- Sí, soy yo. - respondió mirando el móvil.

- Vale, - señaló a Juanjo - él te va a ayudar a montarlo todo. Se llama Juanjo, habla con él.

- Okey. Gracias, de verdad. - le sonrió y fue a hablar con el aragonés.

La morena se sorprendió por lo agradecido que era y se arrepintió de haber sido tan borde con él. Tenía una sonrisa enorme e irradiaba confianza.

Vio como su compañero hablaba con él y le ayudaba a colocar sus cosas en el escenario del cual el otro artista se bajaba. Ella se sintió un poco mal y sin pensarlo fue hacia ellos, pasando de nuevo por en medio de toda la gente.

Querida NaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora