Capítulo 8 - CD

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Después de hablar durante un rato más, los tres se despidieron, ya que Paul tenía cosas que hacer y Lucas y Naiara debían volver a casa para dejar las cosas y preparar la comida. Fueron al supermercado específicamente por eso. 

Ya en casa ambos organizaron la compra y comenzaron a cocinar juntos, ayudándose entre ellos y siguiendo los pasos de una receta de la madre de la aragonesa que estaba escrita en una pequeña libreta. Ella le decía lo que tenía que hacer mientras él seguía sus instrucciones, concentrándose para no perderse detalle.

- Eso es todo. - añadió la morena cerrando la libreta y dejándola en la encimera - Ahora solo falta que lo hayas hecho bien.

- Por supuesto, tampoco soy disléxico como para confundir lo que decís. - pensó bien en lo que dijo - Espera, sí lo soy.

Naiara empezó a reírse fuertemente, el uruguayo solo soltó una carcajada y continuó cocinando, mirando la sonrisa de la aragonesa de reojo. Le alegraba que ella fuera feliz, verla con ese brillo especial en sus ojos le hacía sentir un leve calor en su corazón, como si lo abrazaran. Se perdió entre sus pensamientos mientras removía la comida, en su cabeza solo se repetían sus momentos felices con la morena y el sonido de su risa. Ella chasqueó sus dedos para llamarle la atención y sacarle de su embobamiento.

- Tú, que se quema la comida. - se acercó para que la viera - ¿En qué mundo estabas perdido?

- ¿Eh? - volvió a la realidad gracias a ella - ¿Qué dijiste? - dijo confundido.

- Nada, empanado. - le dio unos golpecitos en la espalda - No te enteras de nada.

- Me entero de más cosas de lo que creés. - comentó él.

- Ah, ¿sí? ¿Como de qué? - le preguntó con tono travieso.

- De que me amás. ¿Pensás que no te escucho tararear mi canción en la noche? - pilló desprevenida a la morena y ésta empezó a sonrojarse.

- ¡Eso es mentira! - exclamó avergonzada cruzándose de brazos.

- Sí, claro. - dejó la pala de cocinar y apagó el fuego - Ya acabé la comida. ¿Querés comer o lo de que tenías hambre también era mentira?

- Cabrón. Vamos a comer, anda. - enunció sonriendo.

~~~

Lucas estaba dormido en el sofá, habían terminado de comer hace ya unas horas. Él tenía que ir a trabajar dentro de un rato, así que aprovechaba el tiempo que tenía para descansar. Mientras tanto, Naiara chateaba con sus amigas en el grupo que tenía con ellas, hablando de como les gustaría verse algún día. Ellas estaban en Zaragoza, donde antes vivía la morena, no se podían ver sin tener que viajar más de tres horas en coche.

De repente, notó como el sofá se movía y giró su cabeza para ver al moreno levantándose. Él bostezó y se estiró, la aragonesa no podía evitar ver la graciosa expresión de su cara mientras se estiraba. Dejó un poco de lado la conversación y apagó el móvil para llamar la atención del uruguayo.

- ¿Ya vas a trabajar, maño? - acomodó su espalda en el respaldo del sofá.

- Sí, - se agachó a agarrar su móvil de la mesa - sino llegaré tarde. Aunque siempre llego tarde.

- Jo, yo quería que te quedaras un rato más conmigo. - dijo con voz de bebé.

- Ya me gustaría quedarme más tiempo con vos, wachita. - se acercó a ella.

Agarró su nuca con una mano para bajar un poco su cabeza y besó su frente como muestra de cariño hacia ella. Deslizó su mano por su mandíbula, provocándole un suave shock placentero a la morena, y se apartó para ir a lavarse la cara y los dientes. Ella echó su cabeza hacia atrás y se mordió el labio inferior.

Querida NaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora