VIII. Fuego de Dragón

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Bakugo despertó cuando las luz del sol entró por su ventana, acompañado de un fuerte dolor de cabeza que se volvió más fuerte en cuanto se sentó sobre su cama

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Bakugo despertó cuando las luz del sol entró por su ventana, acompañado de un fuerte dolor de cabeza que se volvió más fuerte en cuanto se sentó sobre su cama.

Gruño algo frustrado por el dolor, no entendía bien que era lo que sucedía. Nisiquiera recordaba como es que había llegado a su cama, solo recordaba un extraño sueño donde las sirenas eran presentes.

Supuso que tal vez había tomado demasiado licor una noche anterior, y el precio justo ahora era la resaca. Se levantó de la cama y comenzó a caminar en dirección a una cubeta de madera con agua, justo alado de un tocador, vacío un poco del agua sobre una tina en el tocador y después mojo con un poco su rostro, limpiando el mismo en el proceso para después ver frente al espejo su reflejo.

Lo primero que noto fue la falta de sus aretes, y rápidamente un recuerdo del día anterior lo invadió. Aquello no era un sueño y el licor no lo había sido la causa de su resaca.

Después de repasar mentalmente todas las cosas que habían ocurrido siguió observando su reflejo en aquel espejo, otro cambió aún más drástico había llegado a su cuerpo. Se movió a forma de que aquel nuevo cambio fuera totalmente visible en aquel espejo y lo observo detenidamente.

Había escuchado a los más viejos de la tribu hablar sobre ello, cuando el espíritu dragón se hace presente y los posibles cambios que esto trae al portador. Comenzó a revisar el resto de su cuerpo en ese momento, nada nuevo desde su punto de vista más allá de aquel tatuaje que había aparecido en su brazo.

Le daba la vuelta completa a su bícep
y tricep, era un diseño genial desde su punto de vista, pero aquella letra en medio de los diseños oscuros le llamaba demasiado la atención, esperaba que tal vez fuera diferente.

La puerta se abrió entonces, dejando ver a Mitsuki con una cara de preocupación bastante evidente.

-¿Cómo te encuentras? No supe a que hora llegaste y te fuiste sin más, no avisaste a que hora llegarías o cuando-murmuró la mujer tomándolo entre sus brazos, para luego despegarse de él -Katsuki estas hirviendo- expresó la mujer colocando una de sus manos sobre la frente de su hijo, luego camino hasta las afueras de la cabaña -¡Traigan a los curanderos!- ordenó.

-Bruja estoy bien yo solo...- se quedó callado, sin saber exactamente como explicar lo que sucedía, pero Mitsuki lo miro mientras negaba -Mira esto- y con aquello mostró el tatuaje haciendo que la rubia abriera sus ojos con asombro.

-Es...

-Asombroso, lo sé- murmuró orgulloso.

-Peligroso, lo conseguiste ¿no es así?- cuestionó Mitsuki logrando que el menor de los Bakugo la mirara con confusión -Esa inicial es de la persona a la que escogiste ¿no es verdad?

Sí, lo era y lo sabía a la perfección. Asintió de manera algo lenta, pero sin dudar ni un solo segundo, Mitsuki lo observo atenta, y luego suspiro colocando ambas manos sobre su frente en señal de frustración.

Light Swords: En Busca De La Profecía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora