Capitulo 18

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Cerré mis ojos con fuerza cuando sentí como poco a poco el sueño me iba abandonando, no quería despertarme, estaba más que cómoda y caliente arropada entre esas suaves sábanas, con el cuerpo de Rebecca tan pegado al mío, su pecho contra mi espalda mientras uno de sus brazos me sostenía firmemente por la cintura. Sí, no es que haya tomado o me hayan drogado, estaba más que consciente de lo que había sucedido la noche anterior y no quería volver a la realidad a preocuparme en ello.

Al final, abrí muy perezosamente los ojos, mi vista terminó de ceder y observé ese lado destruido de la habitación, con la luz de la mañana entrando por las ventanas rotas. Aguantando las protestas de mi omega por quedarnos en cama en los brazos de quien ella consideraba su alfa, recordé que tenía poco tiempo, pronto el celo volvería a nublarme los sentidos y si no era mi olor el que despertaba a Rebecca, sería yo rogándole que me haga suya de nuevo, como si no hubiese sido suficiente todas las veces que lo hicimos durante la noche y gran parte de la madrugada.

Con cuidado, tomé la muñeca de la mano de Rebecca y aunque esta protestó aún dormida, me moví con cautela para lograr sacarme su brazo de encima. Parándome de la cama, lo primero que hice fue buscar mi ropa interior y mi pantalón, no era buena idea tomar un baño.

Observé mi celular y solté un sonido parecido a un gruñido al observar las diez llamadas perdidas de Lisa, y un par de Seoull. Estaba intentando realmente no pensar en lo que había ocurrido la noche anterior, no quería que mi mente o los malos pensamientos me dominen y termine llorando al pensar que la unión que sentí durante la noche fue solo nuestro lado animal follando. Ambas en celo, no había mucho que razonar. Soltando un largo suspiro, presioné el botón para devolver la llamada de Lisa y coloqué el celular cerca de mi oreja.

¿Freen? — Escuché la alarmada voz de la amiga de Rebecca.

Sí. — Caminé por el enorme penthouse buscando el baño, tenía que confirmar lo que mis recuerdos me decían.

Oh, santo Dios ¡Estás viva! Mujer, te he estado llamando como cincuenta veces ¿Dónde has estado? Estaba considerando llevar a la policía al penthouse para saber si había un cadáver por ahí.

Sí, que graciosa, Lisa. — Suspiré, al fin encontrándome con el gigantesco baño, intentando no admirar detalles, me coloqué frente al espejo, confirmando lo que recordaba. — No me mordió... — Murmuré más para mí que para Lisa, aunque claramente ella pudo oírlo.

¿No? Bueno, eso es sorprendente considerando la situación de las dos, quizás simplemente su alfa no te quiere o Rebecca es la única alfa no posesiva de la historia mundial.

Claro, no me mordió el cuello, lo demás estaba hecho un desastre entre tantas marcas de propiedad rojas por cada lugar de mi abdomen e imaginaba que espalda igual. Si lo pensaba, aún sentía sus cálidas mordidas devorándome y robándome hasta el último aliento, me sorprendió no desmayarme durante la noche.

Mierda.

Lisa, escucha. — Volví lentamente a la habitación de Rebecca. — Necesito salir de aquí, ella ya está bien y yo no. Quiero ir a mi casa.

Sí, por eso mismo te llamaba, no sabía si deseabas quedarte con ella o...

Mi casa, Lisa. Ahora.

De acuerdo, de acuerdo. — Ella suspiró. — Vístete, te mandaré un mensaje cuando el auto esté en el primer piso, ya sabes que no tienes nada de qué preocuparte.

Sí, gracias. — Iba a cortar, hasta que recordé otro detalle importante. — Espera, espera.

— ¿Qué sucede?

The Perfect Omega Beckfreen (G!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora