Daniel Ricciardo

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**Narra Daniel**

El rugido de los motores resonaba en el aire mientras me preparaba para otra carrera. El sol del mediodía iluminaba el circuito, y yo me sentía confiado mientras ajustaba mi casco y revisaba una vez más los controles de mi monoplaza. Sin embargo, algo en el fondo de mi mente me inquietaba.

Desde el inicio de la temporada, las cosas no habían salido como esperaba. Problemas técnicos, errores estratégicos y mala suerte me habían relegado al fondo de la clasificación más veces de las que podía contar. A pesar de mi carisma y mi habilidad en la pista, la presión de mantenerme en lo más alto estaba empezando a pasar factura.

Y luego estaba Agustín Rossi. Siempre había habido cierta tensión entre nosotros. Aunque no nos llevábamos mal, había una rivalidad palpable que nos separaba. Agustín, con sus dos títulos de campeón, era un rival formidable, y cada vez que estábamos en la pista juntos, la competencia era feroz.

La carrera de hoy no fue diferente. Desde el principio, supe que algo no estaba bien con mi monoplaza. Los ingenieros habían hecho todo lo posible para solucionar los problemas, pero aún así, no lograba alcanzar la velocidad que necesitaba. Agustín, por otro lado, parecía estar en su mejor momento, liderando la carrera con una ventaja impresionante.

Mientras daba vueltas al circuito, tratando desesperadamente de recuperar terreno, la sensación de impotencia se apoderaba de mí. Cada vez que intentaba acelerar, el motor parecía protestar, como si estuviera luchando en su contra. Y entonces, en la vuelta final, ocurrió lo inevitable. Un ruido sordo resonó desde el motor, y mi monoplaza se detuvo abruptamente en la pista, humeando y dejándome varado.

Con el corazón en un puño, vi cómo mis rivales pasaban velozmente, dejándome atrás en una nube de polvo y caucho quemado. La decepción y la frustración se apoderaron de mí mientras luchaba por contener las lágrimas. No podía creer que otra vez, todo mi esfuerzo hubiera sido en vano.

Después de que los comisarios me rescataran y llevaran de regreso al paddock, me sentí como si un peso enorme se hubiera instalado sobre mis hombros. Me alejé del bullicio y la celebración del podio, buscando un rincón tranquilo donde poder desahogarme sin ser visto.

Fue entonces cuando la tristeza y la ansiedad me abrumaron por completo. Me dejé caer contra la pared, las lágrimas brotando sin control de mis ojos. Todo el estrés, la presión y la mala racha de los últimos tiempos parecían caer sobre mí de golpe, aplastándome con su peso abrumador.

- Daniel - Escuché la voz de Agustín llamándome, y levanté la mirada para encontrarme con su rostro preocupado. - ¿Estás bien?

No pude evitar soltar un sollozo, incapaz de articular palabra mientras las lágrimas seguían fluyendo. Agustín se acercó a paso rápido, rodeándome entre sus brazos y formando un cálido abrazo.

- Tranquilo, amigo. Estoy aquí. Respira conmigo, ¿vale? - Agustín comenzó a inhalar y exhalar profundamente, y traté de seguir su ritmo, aunque me costaba controlar la ansiedad que me embargaba.

Después de unos minutos que parecieron una eternidad, sentí que el nudo en mi pecho se aflojaba lentamente. La presencia reconfortante de Agustín y su apoyo incondicional me dieron la fuerza para recomponerme.

- Gracias, Agus - musité, limpiándome las lágrimas con la manga de mi traje.

Agustín me miró con comprensión, sus ojos oscuros reflejando una mezcla de empatía y preocupación. No era la primera vez que compartíamos un momento así, aunque siempre había sido desde la distancia, a través de la rivalidad en la pista.

- No tienes que agradecer, Daniel. Estoy aquí para ti - respondió Agustín con su voz serena, manteniendo su brazo alrededor de mis hombros como un ancla en medio de la tormenta emocional que me azotaba.

Nos quedamos en silencio por un momento, permitiéndonos simplemente estar allí el uno para el otro. Aunque nuestra rivalidad en la pista era palpable, fuera de ella éramos dos seres humanos que compartíamos la misma pasión y las mismas luchas.

- ¿Qué pasó ahí afuera? - preguntó Agustín después de un momento, rompiendo el silencio con delicadeza.

Sus palabras me recordaron la amarga realidad de lo sucedido en la carrera. Tragué saliva antes de responder, tratando de encontrar las palabras adecuadas para expresar la mezcla de frustración y desaliento que sentía.

- No lo sé realmente... - comencé, mi voz temblorosa por la emoción contenida. - El coche simplemente... dejó de funcionar. Todo el trabajo duro del equipo, toda la preparación... y al final, no fue suficiente.

Agustín asintió con comprensión, su expresión reflejando la tristeza compartida por el destino caprichoso que a veces se empeñaba en frustrar nuestros esfuerzos.

- A veces, así es la vida en la Fórmula Uno - dijo con un suspiro. - Pero lo importante es cómo nos levantamos después de caer.

Sus palabras resonaron en lo más profundo de mí, recordándome que la derrota en la pista no definía quién era yo como persona. Aunque había perdido la carrera, aún tenía la oportunidad de aprender y crecer a partir de esa experiencia.

- Tienes razón, Agus - admití, una pequeña chispa de determinación encendiéndose dentro de mí. - No puedo permitir que esta mala racha me derrote. Tengo que seguir adelante y luchar más fuerte la próxima vez.

Agustín me sonrió, su mirada llena de orgullo y admiración.

- Eso es lo que te hace grande, Daniel. Tu capacidad para levantarte y seguir adelante, sin importar lo que te depare la vida.

Sus palabras me dieron fuerzas renovadas, fortaleciendo mi determinación de no dejarme vencer por la adversidad. Sabía que no sería fácil, pero con personas como Agustín a mi lado, sabía que no tendría que enfrentar mis desafíos solo.

Nos quedamos allí, compartiendo un momento de conexión y camaradería que trascendía las rivalidades en la pista. En ese momento, supe que algo había cambiado dentro de mí. Ya no veía a Agustín como solo un rival, sino como alguien en quien podía confiar en los momentos más difíciles.

Ese día, en medio de la tristeza y la desesperación, pude encontrar a una persona la cual consideraba mi rival y lo pude ver con otros ojos. Pero con el paso del tiempo noté como ese sentimiento de amistad que empece a formar con Agustín había cambiado, creo que me estaba enamorando.....

F1 One-shots |Male Reader|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora