Charles Leclerc

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Nightmare

Agustín

La temporada estaba en su punto más tenso. Aunque Charles y yo habíamos tenido algunos altibajos en la pista, fuera de ella manteníamos una relación tranquila. Nos llevábamos bien, compartíamos bromas en el garaje y, aunque no éramos los mejores amigos, había una especie de camaradería natural entre nosotros. Esa noche habíamos salido a celebrar, no por un podio ni nada de eso, sino por el simple hecho de liberar algo de la presión. Los dos necesitábamos una distracción, y la cena con el equipo en un restaurante en Mónaco fue justo lo que nos hacía falta.

Charles estaba de buen humor, riendo y hablando más de lo normal. No le di mucha importancia hasta que noté que empezaba a beber más de la cuenta. Sabía que no aguantaba muy bien el alcohol, y empecé a preocuparme.

—Oye, Leclerc, creo que ya has tenido suficiente —le dije, tomando su vaso antes de que pudiera terminarlo.

—No, no, Agustin, espera... —protestó, pero su voz sonaba más arrastrada de lo habitual—. Quiero decirte algo... algo importante.

Lo miré con curiosidad, pero también con un poco de aprensión. Sabía que a veces, bajo los efectos del alcohol, la gente decía cosas que no diría normalmente. Pero él se veía tan serio en ese momento que me quedé en silencio, esperando.

—Es que... —comenzó, su rostro se había puesto repentinamente serio—. No sé cómo decírtelo, pero... me gustas. Desde hace mucho.

Me quedé de piedra. Las palabras resonaban en mi cabeza mientras trataba de procesar lo que acababa de decirme. Charles Leclerc, mi compañero de equipo, me estaba confesando que... ¿le gustaba? No supe qué decir, así que opté por desviar la situación.

—Charles, estás borracho —le dije, intentando mantener la calma y sonreír—. Vamos, te llevaré de vuelta al hotel. Cuando estés sobrio hablamos de esto si quieres, ¿sí?

—No, Agus, en serio... —intentó seguir hablando, pero ya no le di oportunidad. Lo tomé del brazo suavemente y lo ayudé a levantarse. Apenas podía mantenerse de pie, así que lo llevé hacia la salida mientras el resto del equipo se despedía entre risas.

Cuando llegamos al hotel, Charles seguía murmurando cosas ininteligibles, pero lo llevé directamente a su habitación. Abrí la puerta con la tarjeta que me habían dado en recepción porque él se la había olvidado, como siempre. Cuando entramos lo acosté en la cama, asegurándome de que estuviera cómodo. Aprovecho y dejo unas pastillas para el dolor de cabeza en la mesa de luz

— Estás son para más tarde, vas a estar bien, Charles. Descansa un poco, ¿vale? —le dije en voz baja, mientras él apenas abría los ojos, su respiración ya más tranquila. Me quedé unos segundos más observándolo, preguntándome qué significaba todo esto. Luego, cerré la puerta y me fui a mi habitación.

Charles

El alcohol corría por mis venas, pero era incapaz de ahogar los sentimientos que llevaba dentro. Todo lo que había querido decirle a Agustín durante meses, tal vez más, salió de mi boca esa noche sin pensar en las consecuencias. ¿Qué estaría pensando de mí ahora? ¿Me vería como un idiota, un borracho sin control?

Me sentía perdido. Mi mente estaba nublada, pero aún podía sentir la ansiedad en el fondo. Cerré los ojos y me dejé llevar por el sueño, un sueño pesado y oscuro.

El sueño comenzó como algo familiar. Estaba en Mónaco, en casa, rodeado de mi familia. Mi hermano Lorenzo me sonreía, y mi hermano menor Arthur jugaba en el jardín. Todo era perfecto, como esos recuerdos que guardo de mi infancia. El sol brillaba, el sonido de las olas golpeaba suavemente la costa, y la risa de mi hermano menor llenaba el aire.

F1 One-shots |Male Reader|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora