"Vivir es como avanzar por un museo: luego es cuando empiezas a entender lo que has visto" - Audrey Hepburn.
La sensación de felicidad extrema y constante que había vivido los últimos meses había sido como estar colocada. Tendría que haber imaginado que después llegaría el bajón. Y así es exactamente cómo me sentía ahora mismo. Como si un tren hubiera pasado por encima de mí dejándome completamente destrozada.
Mi teléfono había estado sonando toda la mañana. Mario ya se había dado cuenta de que había visto su conversación y no había parado de llamar y de mandarme mensajes a los que yo no había respondido. No habría sabido qué decir. Sin embargo, esconderme en mi habitación no dio resultado pues Mario se plantó en mi casa después de comer y obviamente mi madre le abrió la puerta.
— ¿Está Adri?
— Sí, pasa.
— La espero aquí fuera mejor, tengo el coche mal aparcado.
— ¡Adri! — la voz de mi madre sonó con fuerza por el hueco de la escalera.
Genial. Obviamente no le había dicho nada a mi madre. Aún ni siquiera lo había procesado yo. Así que me puse unos shorts y una camiseta cualquiera y bajé las escaleras tratando de que en mi cara no se notara el dolor que me comía por dentro.
— Ha venido Mario a buscarte.
— Vuelvo ahora.
Pasé por su lado lo más rápido posible para que no notara mis ojos enrojecidos de haber estado llorando y cerré la puerta detrás de mí. Mario me esperaba apoyado en el coche un poco más adelante. Hizo el ademán de acercarse cuando me vio llegar pero me paré en seco y él hizo lo mismo.
— Adri no es lo que crees.
— ¿A no? ¿Y qué es lo que creo?
— No ha pasado nada con ella.
Dejé escapar una carcajada.
— Entonces tú concepto de "nada" y el mío son muy diferentes. — opté por atacar directamente con lo que sabía que más le dolería — ¿Sería nada si yo tuviera esas conversaciones con Dani?
Mis palabras surtieron el efecto esperado. Mario se tensó. Sabía que no le hacía gracia que Dani estuviera en mi grupo de amigos.
— No es lo mismo. Tú te liaste con Dani.
— Sí. Cuando tú desapareciste. ¿Crees que desde que estamos juntos he estado en casa de Dani? ¿En su cuarto? ¿Crees que le hablo de lo que me excita en el sexo y de lo que no?
Mario apretó la mandíbula tragando saliva.
— No.
— No — corroboré. — ¿Y entonces tú por qué lo haces?
— Tienes razón.
— ¡Joder Mario! Claro que tengo razón. ¿Qué coño te pasa?
— No lo sé. No lo pensé. Sólo es una amiga, lo juro. Ya aprendí la lección la primera vez y no quiero volver a perderte. Me gusta nuestra vida. No quiero que cambie. Lo siento.
— Ya, pues no lo parece. El amor exige esfuerzo. Exige ponerse en la piel de la otra persona y pensar en cómo puede hacerla sentir lo que estamos haciendo.
— La he cagado. Lo siento. Pero te juro que no ha pasado nada con ella. Ni siquiera lo hacía para ocultarlo. Puedes ver todas las fotos y las conversaciones que tengo. — dijo tendiendome el móvil.
Negué rechazándolo.
— No pienso tener una relación en la que tenga que leerte las conversaciones del móvil para ver si puedo confiar en ti. No funciona así.
Los ojos de Mario se volvieron vidriosos y el labio inferior le tembló ligeramente. Su voz sonó entrecortada.
— Adri perdóname por favor. No puedo perderte.
Unas lágrimas escaparon corriendo por su mejilla hasta perderse en el borde de su mandíbula. Joder, Mario. Verlo así me retorcía el corazón.
— Por favor. — suplicó como un niño rompiendo en llanto.
No pude evitarlo y me acerqué a abrazarlo dejando que hundiera su cabeza en mi hombro. Su cuerpo temblaba ligeramente entre sollozos. Sentí que decía la verdad, que tenía que creerle. Todos la cagamos. Él simplemente la cagaba más que el resto. Pero verlo así, destrozado. No sé. Creí hacer lo correcto.
— Deja de ser tan idiota por favor. — le pedí. — Piensa un poco.
— Te quiero mucho — susurró sin separarse de mí ni un centímetro.
— Pues no me quieras mucho, quiéreme mejor — respondí.
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Amor y otras drogas - ADRENALINA [Completa]
RomanceDicen que en la vida todos tenemos tres amores. El primero es el que llega en la adolescencia, inocente, te llena de ilusiones. El segundo te enseña el dolor y te aferras a él aún sabiendo que no es para ti. Ese amor que hubieras deseado que fuera p...