Capítulo 2. 🧡

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Victoria

Nunca imaginé que me iba a casar, con los padres tan estrictos que tenía era imposible pensar que algún día me vería vestida de blanco casándome en una iglesia, pero estaba sucediendo y no sabía cómo tomarlo. No me quería casar en estas circunstancias, pero tampoco es cómo que tuviera muchas opciones y pudiera decidir.

Me sentía aterrada y quería vomitar. Tenía un nudo en el estómago que no me dejaba en paz. Mi nana me había traído una pastilla para el dolor de estómago pensando que con eso se me iba a quitar aquella sensación, sin embargo, este prevalecía y no se quitaba. Tal vez era por los nervios con todo lo que estaba ocurriendo en mi vida.

Ya no sabía que pensar, si esto estaba bien o mal, si las cosas iban a resultar favorables para mí o mi vida sería un infierno cómo lo era la de Valerie al lado del monstruo de Mark. No quería una vida así. No quería vivir con miedo a morir en cualquier momento. No lo quería.

—¿Cómo te sientes? —preguntó mi nana al entrar a mi habitación. Era la única persona a quien le permitía entrar sin tocar. En ella sí confiaba, no cómo con mis padres.

—Mejor —mentí. Mi nana me miró con cara de no creerme nada. Se acercó y se sentó a mi lado en la orilla del colchón.

—Llevas dos días así —dijo.

—Y a mis padres no les importa, ni cuenta se han dado de que no he bajado a desayunar —musité —. Tampoco es que me importe.

—Sí te importa —puso su mano encima de la mía.

—No sé a quién quiero engañar —me incorporé y me senté con las piernas estiradas —. Sí me importa que mis padres me quieran —musité.

—No sé qué decirte —apretó mi mano con sus dedos.

—No tienes que decir nada.

Todos aquí sabíamos que mis padres solo querían a Mark y que fui ese "error" del que se arrepentían. Ellos no querían tenerme, pero cuando mi madre se dio cuenta de que estaba embarazada ya no podía hacer nada, además de que antes el aborto no era tan mencionado y más bien se veía como si fuera pecado. No fui una hija deseada, así que mis padres no me querían cómo a Mark. Ya estaba acostumbrada a sus desprecios y a su falta de cariño.

—Creo recordar que antes te gustaba Neakail.

—Antes es antes —solté su mano y me crucé de brazos —. Eso fue hace mucho tiempo —la miré de reojo —. Solo tenía doce años.

—Y ese es el amor más bonito porque es el más puro y sincero de todos —comentó —. No está contaminado por la maldad.

—Sí, pero Neakail no me amaba. Él lo dijo —musité.

—Era un adolescente.

—No lo justifiques, nana. Nada de lo que hizo tiene justificación —señalé —. Un día dijo que no me amaba, pero me defendía de la crueldad de su hermana. Juró que no me iba a dejar y a las pocas semanas se fue —resoplé —. Es bipolar o está demente —mi nana negó con la cabeza.

—No lo justifico, pero creo que tenía sus razones.

—¡Sí!, estaba loco —expresé. Mi nana se rio. Se levantó y metió las manos dentro de los bolsillos de su suéter.

—Tal vez si hablaras con él y dejaras que te explique las cosas.

—No quiero hablar con ese traidor —me crucé de brazos —. No me hables de él.

—De acuerdo.

—Te lo advierto, nana —la miré.

—De acuerdo.

Intenciones Oscuras (En proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora