Capítulo 9. 🖤

203 36 93
                                    

Victoria

Me fui a dormir cuando llevábamos un par de horas de viaje. Me sentía agotada por todo lo que sucedió en la boda y antes de ella. Mi cerebro iba a explotar si no dormía mis ocho horas cómo siempre. Kail me dijo que en la parte trasera del jet se encontraba una cama, que fuera a dormir ahí.

Se portaba cómo todo un caballero y me hacía sentir segura. Me hacía sentir cómo nunca me hicieron sentir mis padres y para él ya era un punto a su favor. Kail tenía algo oscuro dentro de él, no lo mostraba a los demás y tampoco quería que lo revelara conmigo, pero sabía que existía un poco de maldad rodeada de toda aquella bondad que les mostraba a los demás.

El jet se agitó y fue así que pude despertar. Dormí casi todo el vuelo, ya que cómo dije me sentía agotada y necesitaba descansar sí o sí. Abrí los ojos perezosamente y giré para quedar boca arriba. De nuevo el jet se agitó y miré por la ventanilla, ya era de día.

—¿Puedo? —escuché golpes en la puerta.

—Adelante —Kail entró y tuvo que agacharse, ya que en la parte trasera el techo era más bajo.

—Ya vamos a llegar —asentí. Me senté con las piernas estiradas. Kail se sentó a mi lado y puso su mano en mi tobillo —. En diez minutos aterrizamos —dejo un suave apretón en mi tobillo —. ¿Te sientes mejor? ¿Dormiste bien?

—Sí —entornó los ojos —. Bueno, no tan bien. La turbulencia no me dejó dormir bien —me rasqué el brazo. No sabía si debía decir o no lo que creí ver en la noche.

—¿Qué sucede?

—¿Entraste aquí por la noche?

—¿Por qué? —acariciaba mi tobillo.

—Creí haberte visto sentado ahí mismo —señalé.

—¿No estás segura de lo que viste? —indagó.

—No, supongo que estaba demasiado dormida.

—No te equivocaste, sí entré para verte dormir —abrí los ojos de par en par —. No me arrepiento de nada. Te ves hermosa cuando duermes —tragué saliva.

—¿Por qué? —indagué. Cogí una almohada y me protegí con ella, como si con eso no pudiera acercarse, como si un pedazo de tela rellena pudiera protegerme de su mirada depredadora y sus deseos infernales.

Kail se acercó unos centímetros para quedar a mi lado de la cama.

—Mi amor, hay algo aquí —señaló en medio de su pecho —. Muy dentro de mí, una insana obsesión por ti. Algo que no me deja en paz y necesito más. Más de ti, más de tus besos, más de todo —cogió mi mano y la llevó a su pecho, a la altura de donde latía su corazón.

—¿Obsesión? —asintió.

—Todo este tiempo no he dejado de pensar en ti. Cada día de los últimos años he buscado la manera para tenerte a mi lado, para que seas mi esposa. Ya eres mi esposa.

—¿Has estado obsesionado conmigo? ¿Hiciste todo esto por una obsesión? —pregunté.

—No. Sí —sacudió la cabeza —. Las dos cosas. Es una obsesión que no pasó los límites. Esperé cómo era debido. No te presioné y tomé la oportunidad cuando la vi. Te saqué de esa casa y solo quiero hacerte feliz. Solo he pensado en eso y en ti todo este tiempo.

—¿P-por qué? —murmuré.

—Mereces ser feliz, mi amor. Mereces solo cosas buenas de este mundo y que todos te respeten. Ya te hicieron menos, es hora de que aprendan a arrodillarse y pedirte perdón por eso —sentenció.

Intenciones Oscuras (En proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora