Se que fue porque me amas [Vol.2]

cap 7

—No grites mucho, que el muchacho está durmiendo... ough... mi niño. —Bill abrió los ojos, sintiéndose de pronto nublado por la sensación de haber escuchado la voz de Tom.

Al mirarse a sí mismo en una habitación que sólo recordaba en sueños, se dio cuenta de que todo eso; haber visto a su hermano, y haberse visto a sí mismo tan pequeño, no había sido parte de una pesadilla o una alucinación. Era una realidad que no entendía, y que seguía causándole escalofríos al recordar.

—Tom, vamos a pasear hoy. Quiero ir a ver los juguetes del Toy... —Escuchó la vocecilla del niño, y esta le puso los pelos de punta.

—Vale, vamos, pero primero te hago tostaditas de queso, ¿vale?

—Sip...

—Cierra los ojitos...

Escuchaba el ruido del agua, las risitas de ambos. El corazón se le sentía apretujado, siempre sentía un montón de emociones fuertes cuando pensaba en ellos juntos. Ahora que podía verlo, se sentía morir. Se sentían como latigazos en el corazón.

Se levantó de la cama, y las baldosas frías contra sus pies, le hicieron asegurar, por segunda vez, que no estaba en un sueño.

Caminó hacia el baño, y antes de entrar, tocó:

—Tom, ¿se puede? —El aludido miró hacia la puerta.

—Sí, pasa... —Le dio un empujoncito a la puerta, y allí vio a ambos metidos en la bañera, desnudos. De un sobresalto, cerró los ojos y cerró.

—Oh... oh, lo siento... lo siento...

—Está bien, no me molesta. —Tranquilizó. Bill titubeó un poco, pero al final, Tom era su hermano, y mientras esta alucinación pudiese seguir, igual quería pasar un rato con él antes de olvidarlo.

Se sentó en el váter, recibiendo una miradilla juzgona del niño a quien le estaban lavando el cabello. No supo si sonreír, porque sería lo suficientemente difícil hacerlo a sabiendas de que era él mismo. En cambio, miró el cuerpo desnudo de Tom, y todos los huesos que podían verse a través de su piel; su madre siempre estaba preocupada por su delgadez, no podría imaginar lo que diría al ver el estado de Tom.
—Hum... creo que me golpee la cabeza con una roca en el lago... iba con Tony... —Empezó a contar, sin saber por qué razón. Intentando hacer que sus palabras pudieran hacer el cambio, hacerlo incluso más real.

—¿Quién es Tony? —Se lo dijo, mirándolo a los ojos, con tacto. Realmente escuchándolo, justo como se ponía a escucharlo cuando era un niño y le platicaba cosas que podían ser nimias para él, pero le ponía la atención necesaria para sentir que lo amaba.

—Un... amigo... hum... pero, no sé si eso significa que estoy muerto... por que tú estás muerto. Quizás este es el cielo.

—¡Tom no está muerto, gilipollas! —Le gritó el niño, salpicando el agua con sus manos. Tom lo miró, sorprendido, y negó, cogiéndole ambas manos con las suyas.

—¡Esa boquita, niño grosero! —Regañaba, pero con una voz tranquila. —Pide disculpas, por favor.

El niño abrió los labios, sorprendido.

—Ha dicho que estás muerto...

Tom sintió un pequeño nudo en la garganta, de saber que en cualquier momento realmente podría estarlo y entonces lo dejaría completamente solo.

—Venga, hazlo por mí. —El niño puso los ojos en blanco, y sin mirar a Bill, musitó:

—Perdón...

Bill sonrió, mirándose a sí mismo, que al tiempo, miraba a Tom en busca de una aprobación que llegó con un beso en la mejilla y otro en la frente.

Se sentía tan extraño poder ver eso sin tener que usar la memoria. Poder sentir y confirmar que su hermano lo amaba tanto que, finalmente dio su vida por él. Realmente había dado todo por su bienestar.