—¿Listo? —Bill asintió, habiéndose puesto el cinturón de seguridad. Por fin había podido salir del hospital y había recuperado fuerzas para poder seguir con su vida. Había sido duro, y pensaba que nunca podría recuperar la estabilidad de sus pies, pero ahora se sentía mucho mejor y tranquilo, pese a que ver a su hermano todavía le sacaba sobresaltos, le hacía sentir miedo y confusión de toda su vida.Los médicos habían dicho que era normal sentir que el suelo ya no lo tendría estable. Que había sido casi un mes sin saber qué pasaba con su vida, así que tampoco se ponía loco a pensar cómo todo le había cambiado de un segundo a otro. Había olvidado sus últimos diecisiete años, ¿cómo era posible algo así? No podía recordar qué partes de su vida eran reales y qué partes no lo eran.
Tom le despeinó el cabello y encendió el auto. Eso le hizo dar un bote, y al poner los ojos sobre los de su hermano, que empezaba a manejar como si nada, el sentimiento de extrañeza volvió a consumirlo.
—¿Cuándo aprendiste a manejar? —Susurró. Tom lo miró, primero confundido, después, sólo apretó los ojos en una sonrisa paciente. Aunque le causara estrés y miedo ver que su memoria de verdad fallaba, contestaba a todo con amor y con tranquilidad, intentando que Bill no sintiera que la vida le había pasado de largo y todas sus memorias se hubieran hecho polvo.
—Cuando cumplí los veinte. —Bill abrió los ojos, con sorpresa.
—¿Veinte?... ¿cuántos a- —Silenció sus propias palabras, y tras hacer cuentas, resolvió: —veintinueve...
—Casi treinta, jope... —Ambos se miraron, y los ojos del menor se pusieron a analizar el rostro de su hermano. No podía creer que era él, y aunque estaba muy diferente a como lo recordaba, había algo en sus ojos, en sus labios, en su comportamiento, que no le hacía tener duda. La sonrisa de Bill se hizo grande, y la de Tom se pintó igualita. —¿qué?
—Imagínate que... hubieras muerto esa noche. —La sonrisa de Tom se esfumó, y puso la mirada en la calle, atento a los autos que pasaban para poder orillarse e ingresar a la carretera.
No le contestó, aunque Bill tampoco esperaba que lo hiciera. Observó por la ventana, calles que recordaba como si nunca se hubiera ido; el hospital no estaba lejos de casa. Recordaba todas esas veces que fue a terapia, acompañado por su madre, porque aún era muy bebé para comprender las cosas que habían sucedido. No recordaba mucho más, y quizás lo que sí recordaba ni siquiera era real.
Miró a Tom. Sus manos estaban enormes a como las recordaba: con vello, venas y dedos largos. Era un hombre, y eso le daba una sensación extraña en el cuerpo. ¿Cómo había vivido tantos años sin ver cómo ambos crecían juntos? ¿Por qué todo parecía borroso de repente? Recordaba la sensación que todos los días llevaba en el pecho, el recuerdo de Tom siendo asesinado. La llamada por teléfono y las miles de veces que escapó de casa porque su madre no le permitía seguir haciendo preguntas de Tom.
¿Dónde había quedado todo eso?
De pronto, un sentimiento de terror le hizo sudar frío. La cabeza le dolió, y al llevarse la mano a la frente, la quitó enseguida al sentir las puntadas en ella. Bajó la visera y se miró en el espejo. Hacía mucho que no miraba su propio reflejo y le asustó ver sus ojos ojerosos, su piel reseca y la herida enorme que llevaba en la frente. Seguro le dejaría una marca grande. Pero sin importarle mucho el futuro de sus heridas, lo que le importaba era darse cuenta de que lo que tenía su cuerpo no era más que la verdad. Sí había ido al bosque con Tony, sí se habían metido al río y sí se había golpeado la cabeza.
Pero eso significaría que Tom no estaba. Que Tom estaba muerto.
¿O no?
—¿Podemos ir al cementerio cerca de casa? —Tom le miró de reojo, apretando el entrecejo; ladeó la cabeza, volviendo a poner los ojos sobre la carretera.
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Se que fue porque me amas [Vol.2]
Fanfiction"Si hubiera podido evitar el final que ya vivimos, tú y yo seguiríamos aquí juntos. Y quién sabe cuánto más vamos a poder estar los dos..." Esta es solo una adaptación el escritor original es LiamSavior