Todo era un desastre...
Nadie sabía el momento en que el infierno se desató en el hangar, tampoco qué lo inició, lo único que trascendía entre el caos y la destrucción, era la urgencia de salvar la mayor cantidad posible de vidas.
El techo comenzaba caer, las bolas de fuego aumentaban en su tamaño e intensidad, los escombros ardientes arrancaban gritos desesperados de las personas dentro de ese horno, su reclamos, plegarias y llanto retumbaban, pero a su vez se ahuecaban, el fuego devoraba el sonido, se alimentaba de él. Todo terminaría así, consumido, aniquilado.
Un joven se encontraba apoyado en la pared con los ojos totalmente abiertos, parecía que sus globos oculares se saldrían de sus órbitas, tenía la sensación de estar clavado al suelo, cada uno de sus músculos se encontraban paralizados, su corazón latía con frenesí y su piel era abrasada por el intenso calor del fuego que lo rodeaba, esas llamas que pronto desgarrarían su piel.
Vamos a morir, fueron las palabras que el caos y la muerte estaban taladrando en su mente; de ninguna forma algo o alguien le había advertido de algo parecido, no se encontraba preparado para enfrentar una situación tan mortífera y próxima.
No podía actuar, su mente y cuerpo se encontraban engarrotados, como si ya estuviesen calcinados, el único recurso que tenía era rendirse a la oscuridad y esperar que todo terminase, que todo fuera consumido, abandonada toda esperanza, cerró los ojos y se entregó a la muerte.
Sin embargo, el último respiro no llegó, por increíble que pareciere, el interior de Caín se desconectó, dejó atrás la tragedia para contactar con algo fuera de sí, más allá, finalmente la volvió a ver, una estrella cuya luz era brillante y cristalina, un diamante hermoso. Caín no estaba seguro si estaba pensando o soñando, no alcanzaba a comprender que era aquello, entonces, casi como si fuera la respuesta que esperaba, la escuchó, una voz tan suave y cálida, conocida para él, lo llamaba, tranquilizaba su corazón y alma, inyectándoles un calor de vida, diferente al calor mortífero del incendio.
Como si hubiese recibido un impulso eléctrico su cuerpo, Caín regresó al mundo real, su cuerpo no se había escapado de la realidad, pero su mente regresó, al infierno, pero, había cambiado, todo en él; una sensación extraña pero no por eso desconocida para Caín, invadió cada centímetro de su cuerpo, la claridad, que se creía agotada, resurgió, finalmente encontró la respuesta, juntó todas las fuerzas que aquel ímpetu le otorgó, puso en pie cada uno de sus huesos y músculos, con la mirada fija en un punto particular de aquel hangar, tomó una bocanada de hirviente aliento y dio un paso...
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PRETOR: Túnica
Science Fiction¿El destino es inesperado?, este acertijo es la clave de esta historia... Caín, un joven marginado de la galaxia tendrá que ver su destino a través de las enseñanzas de la organización más noble que existe en el Imperio, la guardia pretoriana, aunqu...