La única oferta

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Es lo único que podemos ofrecerte...

Lyanne se encontraba bastante nerviosa al frente de la base de la Guardia Pretoriana, el Pretor Zagal había solicitado a Enric que ella le apoyara en una pequeña misión pero, definitivamente lo que le había indicado Zagal rebasaba los niveles de comprensión de ella, no entendía por qué un Pretor le solicitaría infiltrarse en una base de la Guardia solamente para charlar con un delincuente.

Lyanne no se sentía bastante cómoda o confiada para realizar la tarea, sin embargo el simple hecho de recordar cómo Zagal le advirtió de las posibles consecuencias si fallara en su tarea le erizaba la piel y es que si bien sabía que su Maestro el Pretor Enric no la abandonaría, si sabía que el Pretor Zagal era capaz de atormentarla por su falla, es por ello que tal como él se lo ordenó aguardó hasta que cayera la noche en la ciudad de Tyrana.

Fue entonces cuando comenzó su misión, la cual consistía en entrar a la celda de máxima seguridad sin ser vista, detectada o freída, por lo menos eso fue lo que dijo Zagal, tenía que llegar a Caín para comunicarle un mensaje, el cual quizá cambiaría su vida para siempre; de alguna manera Lyanne pensaba que era una causa perdida, ya que el contenido de dicho mensaje no era compatible en ninguna manera con lo que pensaba Caín o por lo menos era eso lo que ella tenía en mente.

Después de un tiempo de seguir divagando en su mente, Lyanne rodeó la base hasta quedar en un callejón detrás de ésta, era la puerta trasera, por lo general dicho acceso se debía mantener en continua vigilancia pero al parecer en Taurus eso no era una prioridad, debido a que dicha entrada se encontraba desierta y rodeada de basura, entonces esperó.

Al cabo de un rato la puerta se abrió saliendo de ella un Guardia Pretoriano que notablemente se encontraba en estado de embriaguez dejando la puerta abierta de par en par, Lyanne vio su oportunidad, así que sigilosamente entró a la base cerrando la puerta tras de ella, divirtiéndose mentalmente por la posible reacción del Guardia cuando intentara de nuevo abrir la puerta sin resultado.

Caminó por los pasillos de la base recordando las indicaciones de Zagal, al cabo de un tiempo llegó a la cocina de la base y al momento de entrar tuvo que darse vuelta inmediatamente, ya que dentro de ésta se encontraba nadie más que el Pretor Lenox, Lyanne sabía perfectamente que no podía simplemente cruzar la cocina cual más, porque al simple instante en que Lenox la observara éste no la dejaría continuar su camino.

Lyanne tomó una bocanada de aire para tranquilizarse y pensar claramente, entreabrió la puerta y observó por el resquicio, Lenox no se encontraba solo, estaba en compañía de varios Pretores quienes lo veían con diversión. -Y le dije "Aquí no mandas tú, yo soy la autoridad".- dijo Lenox notablemente alcoholizado.

-¿Y después?- cuestionó uno de los Pretores quien también se encontraba bajo los influjos de alcohol.

-Se largó el cobarde de Zagal.- dijo soltando una carcajada, que se contagió a los demás presentes.

Lyanne miraba la escena con un poco de entretenimiento pensando en lo patético que era Lenox al tratar de inventar historias para mantener su orgullo entre la Guardia Pretoriana, bajó la vista y se dio cuenta que detrás de Lenox se encontraba una mesa la cual era lo suficientemente alta para ocultarse detrás de ella si pasaba arrastrándose, pero luego vio el piso y por un momento pensó en abandonar esa opción, ya que el mismo se encontraba demasiado sucio y asqueroso como para pasar por ahí, pero ¿qué clase de gente hace su comida en un lugar así? pensó Lyanne, sin embargo recordó que tenía una misión y el orgullo de un Guardia Pretoriano o de un Pretor se basa en el éxito que tenga en sus misiones.

Lentamente Lyanne se agachó lo más que podía, cosa que no se le dificultaba demasiado ya que no era demasiado alta y era delgada, con mucho cuidado abrió la puerta y entró sigilosamente a la cocina,  comenzó a avanzar por el pasillo que se formaba entre la pared y la mesa, debía llegar al fondo, aunque viendo mejor el panorama sólo tenía que llegar al final de la mesa, ya que se encontraba una pared en ese extremo que bien le serviría para seguir oculta.

PRETOR: TúnicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora