6. Promesa Lograda

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Después de que la puerta se abriera, un silencio denso llenó la cocina, mientras mis manos se mantenían ocupadas frotándose entre sí. Mi corazón parecía querer salir de mi pecho, latiendo con una intensidad que casi ahogaba mis propios pensamientos. Cada instante que pasaba aumentaba la tensión en el aire, hasta que finalmente, el sonido de una voz conocida rompió el silencio, anunciando la llegada de Duki.

Escuchar su voz después de tanto tiempo me dejó atónita, incapaz de procesar completamente lo que estaba sucediendo.

Desde la cocina, apenas podía captar fragmentos de la conversación que mantenía con Candela, pero alcancé a distinguir algunas palabras de felicitación por su cumpleaños.


Después de oír cómo se dirigían hacia la sala de estar, permanecieron quietos por un momento, lo que me desconcertó. Traté de escuchar lo que decían, pero apenas podía distinguir las palabras. Solo logré captar algunas sueltas: "¿De quién es?", "¿Esa campera roja?", "¿El bolso es tuyo?". ¡La puta madre! Había dejado mis cosas en el sillón del living y Duki notó que no pertenecían ni a su hermana, ni a su madre, mucho menos a sus hermanos.

Un ligero pánico se apoderó de mí, especialmente al no poder escuchar lo que decían. Sin embargo, me tranquilicé al notar que salían al jardín, suponiendo que Candela había inventado alguna excusa para evitar levantar sospechas.


Una ventana en la cocina daba al jardín, ofreciendo una vista clara del quincho. Pero en ese momento, las cortinas estaban cerradas para evitar que Duki me viera, por lo tanto no era capaz de ver nada.

Estaba sentada en una banqueta, sin nada más que hacer que repasar los posibles escenarios que podrían surgir en los próximos minutos. ¿Cómo reaccionaría Duki al verme? ¿Se alegraría, se sorprendería, o sentiría algo completamente diferente?

Los segundos parecían eternos mientras esperaba, sintiendo el peso de la incertidumbre sobre mis hombros. La tentación de correr las cortinas para echar un vistazo afuera y arriesgarme a ser vista por él seguía presente en mi mente.



Miré la hora en mi celular; ya pasaron unos quince minutos. Me sentía inquieta, no esperaba que se demoraran tanto.

Candela me había prometido que me enviaría un mensaje cuando estuvieran listos, pero no entendía por qué tardaba tanto en llegar ese maldito mensaje.

¿Acaso mi celular estaba en modo "no molestar"? Lo verifiqué, pero no era así. ¿Podría ser un problema de conexión? Apagué y encendí la red, pero seguía sin recibir nada. ¿Quizás WhatsApp se había trabado? Abrí la aplicación, revisé los chats y todo parecía funcionar correctamente.


La ansiedad iba en aumento, y la tentación de asomarme por la ventana también.

Finalmente, me levanté y me acerqué a ella, decidida a echar un vistazo a la situación.

Puse mi mano sobre la tela que bloqueaba la vista del otro lado de la casa, lista para correrla un poco hacia un lado. Me detuve por un momento, indecisa, pero la curiosidad me venció y no dudé más. Justo cuando estaba a punto de hacerlo, mi celular vibró.

Solté rápidamente la cortina y revisé la notificación en mi celular con un suspiro contenido de anticipación. Era Candela, finalmente dándome luz verde para salir.

Inhalé profundamente y caminé hacia la puerta de la cocina, tratando de mantener la calma y no dejar que los nervios me dominaran por completo.


Antes de perderte - DukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora