Hoy es sábado y celebramos el cumpleaños de Mauro en La Bresh, pero esta vez una verdadera joda, con más decoraciones y, por supuesto, mucha más gente.
Ya me había arreglado y estaba de camino a casa de Cami en mi auto. Mau me dijo que trajera a Cami conmigo; íbamos a ir juntas desde su casa hasta el lugar en Uber para evitar perder tiempo buscando lugar para estacionar, y además, iba a pasar la noche en su casa.
A lo largo del día, estuve totalmente pegada al celular, chateando con Mauro. Nunca antes había estado tan enganchada al celular en una día.
Ayer, antes de irme de su casa, le pasé mi número. Nos quedamos charlando tanto que se nos pasó el tiempo y tuve que irme ya que se hizo tarde. Aunque Mauro insistió en que me quedara a cenar e incluso a pasar la noche, tuve que negarme. Alguien me esperaba en La Plata.
Al llegar a casa de mi mejor amiga me enoje un poco con ella porqué aún no había terminado de alistarse y ya nos estábamos atrasando para la joda. Sin embargo, me dispuse a ayudarla a terminar de maquillarse y nos tomamos unas fotos antes de salir. Nuestros looks se veían impecables.
Yo llevaba un corset negro que realzaba mi pecho, unos pantalones de cuero rojo anchos que le daban un toque llamativo a mi conjunto, junto con unos tacones negros estilo slingback que completaban el look con elegancia. Para abrigarme, me envolví en una campera de cuero negro que además le daba un toque rebelde a mi outfit, y no podía olvidar mi mini bolso rojo que añadía otro toque de color. Además, me puse unos aros llamativos y un collar que le daba un toque especial a mi conjunto.
Mientras tanto, Camila optó por un body negro ajustado que realzaba su hermosa figura, combinado con una mini falda de cuero que le daba un toque atrevido. No entendía cómo iba a aguantar toda la noche sin tener frío, pero estaba segura de que su estilo lo compensaría.
En mi última conversación son Mauro, él se ofreció a pagarnos el Uber de ida. Ambas intentamos rechazar su oferta, pero su respuesta fue un simple "El Uber ya va para allá". Me arrepentí de haberle mencionado antes dónde vivía Cami.
El viaje en auto fue bastante rápido. El lugar del evento no quedaba muy lejos y, entre bromas y risas que compartíamos durante el trayecto, hasta logramos que el conductor se sumara a nuestra conversación. Llegamos antes de que nos diéramos cuenta.
De repente, unas luces deslumbrantes comenzaron a atravesar la ventana del vehículo; ahí supimos que era hora de bajarnos. Nos despedimos del conductor, agarré el regalo que había traído para el cumpleañero, una pequeña bolsa envuelta con un lazo brillante que se veía aún más festivo bajo la luz de la noche, aunque Sandra ya me había dicho que no era necesario, y nos dirigimos a la joda.
Al llegar a la entrada, nos encontramos con una multitud, incluso personas que solo había visto por redes. Me sorprendió ver a tanta gente conocida, algunos con los que había interactuado solo por el celular y ahora estaban allí en persona, como si la pantalla de mi teléfono se hubiera materializado frente a mis ojos. ¿Estaríamos todos juntos en una misma sala? Yo podía manejarme bien, ya que conocía a algunos por mi antigua amistad con Mauro, pero no estaba segura de que Camila pudiera hacerlo, tampoco la culpo.
Cuando llegamos a la puerta, un guardia de seguridad nos preguntó por la entrada. Mauro me había dicho que lo llamara al llegar para que nos dejaran pasar, ya que no hubo tiempo de actualizar la lista de invitados a última hora para agregar mi nombre. Así que eso hice, mientras el ruido de la música crecía en intensidad desde el interior, anticipando la fiesta que nos esperaba.
- ... -el sonido de la llamada sonaba sin parar, no recibía respuesta. Mientras esperábamos la confirmación, pude sentir la emoción en el aire, mezclada con un toque de nerviosismo por parte de Cami. Le dediqué una sonrisa tranquilizadora y un gesto de complicidad, tratando de transmitirle confianza antes de ingresar al bullicioso recinto.
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Antes de perderte - Duki
FanfictionDespués de casi 3 largos años sin verse, Sarah toma el valor de cumplir la promesa que una vez le hizo a Mauro.