A Bible nada le había dado tanta lástima como su pobre esposo cabeza hueca. Le dio la espalda a la cazuela de chile que estaba cocinando y lo observó entrar en la caravana, con la ropa tan sucia que podría haber salido de una pocilga. Briznas de heno y restos de comida para anímales se pegaban a su cabello. Tenía los brazos salpicados de barro y olía que apestaba.
Como Bible también había sido el blanco de la llama más de una vez, reconoció el olor.
—¿También has tenido un encontronazo con Lollipop?Build masculló algo indescifrable y se dirigió al donnicker. Bible sonrió y volvió a remover el chile.
—No te he entendido. ¿Qué has dicho?La respuesta del joven tuvo el acento bien educado de alguien acostumbrado a las cosas buenas de la vida.
—Vete a freír espárragos. —Y cerró la puerta de un portazo.
Él se rio entre dientes.
—¿Ha sido tu primer encuentro con una llama?Build no contestó.
Bible echó otra cucharada de pimienta picante, añadió salsa caliente a la mezcla y la probó. Demasiado suave. No se oía ningún sonido en el baño, ni siquiera el del agua. Con el ceño fruncido, dejó la salsa picante al fuego.
—¿Build? —Como no respondió, él se acercó al baño y llamó a la puerta. —¿Build? ¿Te pasa algo?
Nada.
Giró la manija y lo vio inmóvil, delante del espejo, con las lágrimas cayéndole en silencio por las mejillas mientras miraba su propio reflejo. Bible notó un extraño sentimiento de ternura en su interior.
—¿Qué te ocurre, cariño?
El no se movió, las lágrimas continuaron deslizándosele por las mejillas.
—No es que nunca haya sido tan atractivo como mi madre, pero ahora estoy horrible.En lugar de irritarlo, ver que Build había perdido cualquier rastro de vanidad le tocó la fibra sensible.
—Yo creo que eres muy hermoso, cara de ángel, incluso cuando estás sucio. Pero te sentirás mejor después de ducharte.Build no se movió. Seguía con la mirada clavada en el espejo mientras las lágrimas le caían por la barbilla. Él se agachó a su lado, le levantó un pie y le quitó la deportiva y el calcetín. Luego hizo lo mismo con el otro.
—Por favor, vete. —Build lo dijo con la misma dignidad muda que él había observado en Build durante los últimos diez días mientras se concentraba en completar una tarea tras otra. —Estás ayudándome porque estoy llorando de nuevo, pero sólo lloro porque estoy cansado. Lo siento. No me hagas caso.
—Ni siquiera he notado que estuvieras llorando. —Bible se arrodilló ante el y le abrió la cremallera de los jeans y, tras vacilar un momento, se los deslizó por las caderas. Cuando los bajó por las delgadas piernas del joven, Bible sintió una punzada de deseo y tuvo que obligarse a apartar la vista del tentador trasero de Build. ¿Cuánto tiempo más iba a poder mantener las manos alejadas de el? Durante la última semana y media Build había estado tan cansado que apenas podía mantenerse en pie, pero él sólo había podido pensar en su suave y flexible cuerpo. Había llegado a un punto en el que no podía mirarlo sin ponerse duro, y eso le sacaba de sus casillas. Le gustaba tener todos los aspectos de su vida bajo control y ése se le escapaba de las manos. Incluso para alguien que hubiera crecido en el circo hubiera sido demasiado duro hacer todo lo que le había ordenado hacer a Build. Se había convencido de que sólo era cuestión de días —por no decir horas— que tirase la toalla y se fuera. Y querría poder estar seguro de que no lo tocaría, por lo menos no como deseaba hacerlo. Mantener relaciones sexuales en ese momento sólo complicaría una situación ya de por sí complicada, y por eso no importaba lo mucho que lo deseara, tenía que dejarlo en paz. Pero Build seguía sin darse por vencido y él no sabía cuánto tiempo más podría mantenerse alejado. Cuando se metía en la cama por la noche, era tan consciente de el acurrucado en el sofá, a tan sólo unos metros suyo, que tenía dificultades para quedarse dormido. Y el simple hecho de verlo durante el día hacía imposible que se concentrara en su trabajo. ¿Por qué no se había rendido? Era delicado. Débil. No hacía más que llorar. Y, al mismo tiempo, había tenido el valor de enfrentarse a Neeco Martin y defender a esas pobres y tristes criaturas de la casa de fieras. Build Jakapan Sumettikul no era el joven pusilánime que él había supuesto. Que no hubiera resultado ser como él creía lo irritaba casi tanto como el doloroso efecto que tenía sobre su cuerpo, y por ese motivo le habló bruscamente: