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Bible estuvo imposible toda la semana. Desde que fueron a cenar para luego disfrutar de aquellos juegos eróticos, buscó todo tipo de excusas para discutir con el. Incluso en ese momento lo miraba con el ceño fruncido mientras se secaba el sudor de la frente con el brazo.

—¿No podías haber rellenado la bombona de gas cuando fuiste a hacer la compra al pueblo?

—Lo siento, pero no sabía que estaba vacía.

—Nunca te fijas en nada —añadió él con acritud.

—¿Qué crees? ¿Que se rellena sola?

Build apretó los dientes. Parecía como si se hubieran acercado demasiado aquella noche y necesitara distanciarse de el otra vez. Por el momento había logrado esquivar todas las granadas que le había lanzado, pero cada vez le resultaba más difícil mantener a raya su propio temperamento. En ese instante tuvo que contenerse para hablar con calma.

—No sabía que querías que lo hiciera yo. Siempre te has ocupado tú de esas cosas.

—Sí, pero por si no te has dado cuenta, he estado muy ocupado últimamente. Han enfermado los caballos, se incendió la carpa de la cocina y ahora tenemos a un inspector de sanidad amenazando con multarnos por saltarnos no sé qué normas de seguridad.

—Sé que has estado sometido a mucha presión. Si me lo hubieras dicho no me habría importado ocuparme de las bombonas.

—Sí, claro. ¿Cuántas veces has rellenado una bombona?

Build contó mentalmente hasta cinco.
—Ninguna. Pero aprendería a hacerlo.

—No te molestes. —Y se alejó a paso airado.

Build ya no pudo contenerse ni un minuto más. Plantó una mano en la cadera y le gritó:
—¡Que pases un buen día también!

Bible se detuvo, luego se giró para dirigirle una de sus miradas más sombrías.
—¡No te pases!

Build cruzó los brazos sobre el pecho y dio golpecitos en el suelo con la deportiva sucia. Puede que Bible estuviera experimentando un montón de sentimientos que no sabía cómo manejar, pero eso no quería decir que tuviera que desahogar su frustración en el.

Build llevaba días intentando ser paciente, pero ya no aguantaba más. Bible se acercó a el apretando los dientes. Pero se negó a retroceder.

Bible se paró delante de el, intentando intimidarlo con su tamaño. Y tuvo que reconocer que se le daba muy bien.

—¿Pasa algo? —espetó él.

Aquella discusión era tan ridícula que no le quedó más remedio que sonreír con picardía.
—Si alguien te dice que estás muy guapo cuando te enfadas, miente.

La cara de Bible adquirió un tono púrpura y Build pensó que explotaría. Pero en vez de eso, se limitó a alzarlo por los codos y empujarlo contra el remolque. Luego lo besó hasta que Build se quedó sin aliento. Cuando finalmente lo puso en el suelo, estaba de peor humor que antes de besarlo.

—¡Lo siento! —gritó.

Como disculpa no era gran cosa, pues cuando se marchó parecía más un tigre malhumorado que un marido arrepentido. Aunque Build sabía que él estaba sufriendo, se le había agotado la paciencia. ¿Por qué tenía que hacerlo todo tan difícil?

¿Por qué no podía aceptar que lo amaba?

Recordó la vulnerabilidad que había visto en sus ojos la noche que le había pedido más tiempo. Sospechaba que sentía miedo de dar nombre a lo que sentía por el. La dicotomía entre sus sentimientos y lo que creía saber sobre sí mismo estaba desgarrándolo por dentro. Eso era lo que se decía a sí mismo porque la alternativa —que no lo amara— era algo en lo que no quería pensar. Y más si tenía en cuenta que aún no le había dicho que estaba embarazado.

My Little Angel BuildDonde viven las historias. Descúbrelo ahora