—¡Bible!Él alzó la cabeza del motor de la grúa con rapidez en cuanto oyó la voz de Build gritando su nombre y sonando exactamente igual que solía hacerlo. Se sintió esperanzado. Quizás aún no se había acabado todo. Tal vez Build no quiso decir lo que dijo dos noches atrás y no tendría que llevarlo al aeropuerto esa misma tarde.
Arrojó al suelo la llave inglesa que estaba usando y se volvió para mirarlo. Sus esperanzas se desvanecieron en cuanto vio la expresión de su esposo.
—¡Sinjun no está! Han descargado a todos los animales y el no estaba entre ellos. También falta Trey.
Mile salió desde detrás de la grúa donde estaba intentando ayudar a Bible.
—Seguro que es cosa de Apo. Me apuesto lo que sea.La cara de Build palideció de ansiedad.
—¿Te ha comentado algo?—No, pero se ha comportado como una verdadera arpía estos dos últimos días.
Build miró a Bible y, por primera vez desde que lo había ido a buscar al zoológico de Chicago, él sintió que lo miraba de verdad.
—¿Sabías algo de esto?
—No, no me ha dicho nada.
—Sabe lo que sientes por ese tigre —dijo Mile. —Supongo que lo ha vendido a tus espaldas.
—Pero no puede hacer eso. ¡Es mío! —Build se mordió el labio como si se diera cuenta de que lo que había dicho no era cierto.
—Antes fui a ver a Apo —dijo Mile, —pero había desaparecido. Fue Shorty quien trajo su RV, pero el Cadillac no estaba por ningún lado.
Build cerró los puños.
—Le ha hecho algo terrible a Sinjun. Lo sé.Bible quiso consolarlo pero sospechaba que Build tenía razón.
—Haré algunas llamadas a ver si averiguo algo. ¿Por qué no hablas con los empleados por si alguien sabe algo?Pero nadie sabía nada. Durante las dos horas siguientes hablaron con todos y sólo descubrieron que nadie había visto a Apo desde la tarde anterior.
Build estaba cada vez más histérico. ¿Dónde estaba Sinjun. ¿Qué había hecho Apo con él? Había descubierto bastantes cosas sobre el tráfico ilegal de animales viejos del circo, sabía que era improbable que el tigre acabara en un zoo. ¿Qué le ocurriría a su tigre?
Se hizo tarde para llevar a Build al aeropuerto. Bible había insistido en que se quedara con su padre hasta decidir lo que quería hacer, pero ahora eso no tenía importancia. Pasó junto al Lexus gris con matrícula de Connecticut —otra muestra más de lo culpable que se sentía Bible— y se sentó en la parte trasera de la camioneta que lo había trasladado durante todo el verano hasta llegar a esa desolada noche de octubre. Desde allí, observó el recinto.
Pasó la primera función y luego la segunda. La gente llegó y se fue. Aquel lugar era la última parada antes de poner rumbo a Tampa. De nuevo los empleados del circo habían ido al pueblo junto con algunas de las showgirls y el recinto estaba desierto. Tenía frío, pero esperó a que Bible se hubiera cambiado de ropa y se marchara a atender a Misha para regresar a la caravana.
Desde la puerta vio su maleta, que yacía olvidada encima de la cama. Se acercó a ella mientras se quitaba la vieja sudadera gris. Tras terminar de desnudarse en silencio, comenzó a recolocar la ropa vacilando ante el desordenado cajón donde Bible guardaba la suya. Se arrodilló, deprimido, y abrió el último cajón.
Apartó a un lado los vaqueros de Bible para ver lo que sabía que estaba oculto debajo: un sonajero barato de plástico, un patito amarillo, una caja de galletas con forma de animales, un babero con la imagen de un conejo y un ejemplar de un libro del doctor Spock. Había descubierto todo esos objetos unos días antes cuando estaba buscando otra cosa; Bible nunca los había mencionado. En ese momento tocó el sonajero con la punta de un dedo e intentó imaginar por qué razón había comprado todo eso.