𝐁𝐫𝐞𝐚𝐭𝐡𝐢𝐧

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𝑷𝒓𝒐𝒕𝒂𝒈𝒐𝒏𝒊𝒔𝒕𝒂𝒔: 𝑪𝒉𝒂𝒓𝒍𝒆𝒔 𝒚 𝑪𝒂𝒎𝒊𝒍𝒍𝒆.

Mayo 2008 , Mónaco.

—¡Te deseamos todos... Cumpleaños feliz!

El sonido de los aplausos llenó el salón de la casa, y Luc, que acababa de cumplir 11 años, sopló las velas mirando a sus amigos. En una esquina de la mesa estaba su hermana pequeña, Camille, que se tapaba los oídos al encontrarse en medio de todos aquellos niños chillones.

—Camille, ven. ¿Quieres servir la tarta conmigo?

La pequeña esbozó una gran sonrisa y corrió hacia su hermano, que le hizo un hueco en su silla para que ella pudiera repartir la tarta a sus compañeros, que miraban la escena mientras hablaban entre ellos.

Luc cortó (con un cuchillo de plástico y su madre vigilando) el primer pedazo de sabor chocolate y lo puso sobre un plato para que Camille lo sirviera. Sin embargo, en cuanto la pequeña cogió el plato de la mesa su hermano puso una mano bajo este y lo empujó contra la cara de su hermana.

Antes de que Camille pudiera entender lo que había pasado escuchó en primer lugar las risotadas de los compañeros de su hermano y luego el grito de su madre. No pudo evitarlo: se echó a llorar sin poder taparse la cara con las manos, ocasionando que las risas y las burlas hacia ella aumentaran. Cada vez notaba sus mejillas más calientes y su garganta dolorida de sollozar, hasta que su madre fue a ponerle las manos sobre los hombros. Entonces, saltó de la silla y salió corriendo al jardín, pasando entre algunos de los niños, que intentaban detenerla para ver mejor su cara llena de tarta.

Fue hacia los arbustos que separaban el pequeño jardín de flores de su madre y se escondió tras ellos, hipando y tratando de calmarse. No se dio cuenta de que alguien se había acercado a ella hasta que abrió los ojos un momento y vio una toalla frente a ella. Levantó la cabeza y vio a uno de los amigos de Luc, así que torció el gesto y volvió a emitir un sollozo, avergonzada.

Camille esperaba que se burlara de ella o que se fuera, pero en su lugar notó la mullida tela de la toalla sobre una de sus mejillas, incluso a través del glaseado de chocolate. Se quedó muy quieta mientras aquel niño al que sólo recordaba haber visto un par de veces le limpiaba la cara lo mejor que podía.

Siempre la habían intimidado los amigos de su hermano; le parecían mucho más grandes que ella y la ignoraban cuando la veían en el colegio porque no les gustaba hablar con los más pequeños. Pero ahora que lo pensaba, aquel niño, del que no sabía ni el nombre, nunca se había cruzado con ella; o al menos no lo recordaba.

Levantó las manos y agarró la toalla, sorprendiéndolo.

—Puedo seguir yo —dijo con la voz todavía entrecortada—. Gracias.

Él asintió y se puso de pie, pues se había arrodillado. Luego le ofreció una mano a Camille.

—Siento que Luc haya hecho eso... y que los demás se hayan reído.

Camille agarró su mano y se levantó despacio, luego siguió limpiándose la cara.

—Yo no me he reído. Te lo prometo —añadió él algo angustiado.

—Gracias —dijo Camille de nuevo, empezando a caminar de nuevo hacia su casa.

Sentía al niño un paso por detrás de ella, hasta que cruzó el umbral de la entrada y las risas, que se habían amortiguado, se hicieron más fuertes. Intentó ignorarlas y se dirigió hacia su madre, que la llevó a la cocina. Sin embargo, escuchó como aquel niño regañaba a sus amigos por reírse y, unos segundos más tarde, apareció en la cocina, cerrando la puerta tras él.

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⏰ Última actualización: Aug 06 ⏰

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𝑭𝑨𝑺𝑻 𝑳𝑨𝑷𝑺 || 𝐅𝐨𝐫𝐦𝐮𝐥𝐚 𝟏 𝐒𝐡𝐨𝐫𝐭 𝐒𝐭𝐨𝐫𝐢𝐞𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora