𝐏𝐞𝐫𝐟𝐞𝐜𝐭 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫𝐬

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𝑷𝒓𝒐𝒕𝒂𝒈𝒐𝒏𝒊𝒔𝒕𝒂𝒔: 𝑨𝒍𝒆𝒙 𝒚 𝑨𝒍𝒂𝒊𝒂.

—¿Por aquí?

—No lo sé, George, ¿me ves cara de saber dónde estamos? El mar está por ahí, tú camina recto.

Alex recibió un corte de manga por parte de su mejor amigo y siguió caminando, hasta que cinco minutos después se encontraron por fin pisando arena. Se giró hacia George, pero antes de que pudiera decir nada, este levantó las manos frente a él.

—Ni lo digas.

Se instalaron en la playa, prácticamente vacía, observando a su alrededor.

—¿Crees que nos verán por aquí? —preguntó el mayor de los dos, pero se encontró con George tumbado sobre su toalla, con las manos tras la cabeza, despreocupado.

—Puede, pero ¿qué más da? Saben que andamos por la zona, así que... —razonó George, dejando la frase en el aire.

Habían aterrizado en Barcelona hacía apenas un par de horas, a miércoles, un día antes del jueves de prensa, y el plan de acercarse a la playa había surgido de manera repentina. Después de seis grandes premios, los pilotos ya estaban a tono para el resto de la temporada, pero, como George había dicho, estaban en España, al lado de la playa. Habría sido un desperdicio no acercarse a relajarse un rato antes de que el fin de semana diera comienzo.

Alex apartó la vista de su compañero y se dedicó a observar a la poca gente que había en la playa, sin nada mejor que hacer. Delante de ellos había dos niños en la orilla jugando a lanzarse bolas de arena mojada; junto a ellos un hombre los miraba riendo. Más allá, dentro del agua, había una señora mayor flotando tranquila, dejándose llevar por el balanceo de las olas. Y un poco más adentro un chico y una chica echaban una carrera hasta la boya más cercana. No había muchas más personas en el agua: un par de parejas y un grupo de chicas jugando al volei. Volvió la cabeza hacia la arena, donde parecía haber únicamente toallas estiradas aquí y allí, probablemente pertenecientes a las personas que estaban en el agua, pero le llamó la atención un lugar ocupado.

Una chica leía muy concentrada un libro que tenía entre manos. A Alex le había llamado la atención cómo se mordía la lengua, seguramente por algún suceso interesante en la historia, pero reparó en más detalles. Llevaba un bikini blanco que hacía resaltar su piel bronceada, unas gafas de sol negras bastante llamativas y el pelo corto recogido en una minúscula coleta en su nuca.

Le había gustado a primera vista, ¿para qué negarlo? Sin embargo, decidió que ya llevaba demasiado rato mirándola, por lo que se giró, tumbándose boca abajo, y cogió su teléfono, entrando en Instagram para buscar olvidarse del tema.

—Es guapa.

El pulgar de Alex se quedó inmóvil sobre la pantalla.

—¿Qué?

—La chica que estabas acosando con la mirada.

Alex bufó, viendo a George sonreír.

—Sí, es guapa.

—Pues ve y habla con ella.

—Ajá.

—Bueno, si no vas desde luego que no vas a conseguir nada.

—George...

—Yo solo digo, que no pierdes nada por acercarte —siguió su amigo sin inmutarse.

—¿Si me levanto y voy hasta allí me dejas en paz?

—¿Te estoy molestando? Discúlpame, por favor —se burló George.

Alex le tiró un puñado de arena y se levantó, escuchando una maldición por su parte. Suspiró una única vez y empezó a andar hacia la chica, que seguía absorta en su libro.

𝑭𝑨𝑺𝑻 𝑳𝑨𝑷𝑺 || 𝐅𝐨𝐫𝐦𝐮𝐥𝐚 𝟏 𝐒𝐡𝐨𝐫𝐭 𝐒𝐭𝐨𝐫𝐢𝐞𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora