𝐋𝐢𝐭𝐭𝐥𝐞 𝐓𝐚𝐥𝐤𝐬

589 14 0
                                    

𝑷𝒓𝒐𝒕𝒂𝒈𝒐𝒏𝒊𝒔𝒕𝒂𝒔: 𝑫𝒂𝒏𝒊𝒆𝒍 𝒚 𝑮𝒊𝒐𝒗𝒂𝒏𝒏𝒂.

—Bueno, creo que es momento de aceptar que el australiano ya no es lo que era.

—Efectivamente. Les informamos del caso si no están familiarizados ya. Desde su salida de Red Bull hace cuatro temporadas, Daniel Ricciardo ha ido saltando de equipo en equipo hasta quedarse sin asiento esta temporada. Dos años en Renault y otros tantos en McLaren solo le han servido para mantenerse en el círculo de amistades de los demás pilotos.

—Además, no olvidemos que su marcha se debió a la mejora de rendimiento de un joven Max Verstappen, ahora doble campeón del mundo, y que Ricciardo ha vuelto este 2023 a la escudería de la bebida energética nada más y nada menos que como piloto de reserva. Todo un bajón en su carrera, ¿no, Josh?

—Desde luego, Matt, su ambición le jugó una mala pasada hace unos años y lo está pagando ahora, siendo ya no la segunda opción por detrás de Verstappen, sino la tercera. Un desastre profesional provocado por esa decisión tomada tras la temporada 2018, en la cual Lewis Hamilton salió victorioso.

—Y hablando del heptacampeón, se rumorea que...

La televisión se apagó en cuanto Daniel pulsó un botón y tiró el mando a distancia sobre la mesa, de mala manera. Se cubrió el rostro con ambas manos, suspirando y frotándose los ojos una y otra vez.

La situación se le había ido de las manos. Sabía que, con su retorno a Red Bull, se convertiría en un perro arrepentido a ojos de la opinión pública, volviendo a casa con el rabo entre las piernas; pero no había pensado que le prestarían tanta atención. Y lo peor era que nada de lo que salía en los medios era falso. Lo hubiese preferido así; al menos podría salir y defenderse, pero ¿qué podía hacer cuando lo que decían era la pura verdad?

Solo los fans más fieles y los más ingenuos pensaban que algo bueno podía salir de aquel fichaje por Red Bull y, aunque ese apoyo podría parecer positivo, solo lo hacía sentirse peor consigo mismo. Era un desgraciado que había tirado su carrera por la borda por miedo a ser eclipsado por su compañero, más joven. Había pecado de soberbia, pensando que debía ser el primer piloto allí donde fuera, y, en lugar de esforzarse por mejorar y luchar por el puesto, había decidido huír a una escudería menos competitiva.

El tono de llamada de su teléfono interrumpió sus pensamientos. Soltó un bufido al ver el nombre de su agente en la pantalla. Descolgó y puso el altavoz mientras se recostaba en el sofá.

—Cuéntame, Brunito —respondió mirando el techo.

—¿Estabas viendo el preclasificación?

—¿Para qué preguntas si ya sabes la respuesta?

—Daniel, tienes que parar, en serio. No puedes desmoralizarte por lo que digan los demás sobre ti —le repitió el alemán en lo que parecía una bronca de su madre.

—Mírame hacerlo —se burló de su desgracia el australiano.

—Te hablo en serio.

—Yo también.

Supo que Bruno estaba perdiendo la paciencia cuando escuchó un bufido por su parte; entonces dejó las bromas a un lado.

—¿Y qué quieres que haga?

—Pues no lo sé... ¿Cuánto hace que no te tomas un descanso?

Tiene que estar de coña.

—¿Parece que el trabajo me esté matando? ¿O acaso me has visto una cana?

𝑭𝑨𝑺𝑻 𝑳𝑨𝑷𝑺 || 𝐅𝐨𝐫𝐦𝐮𝐥𝐚 𝟏 𝐒𝐡𝐨𝐫𝐭 𝐒𝐭𝐨𝐫𝐢𝐞𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora