capitulo 6

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Invitación

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-No soy de los que respeta la etiqueta al pie de la letra, Emma, por favor, odio que me vean como a alguien con el que se debe tener cuidado al hablar -habló suplicante.

Al ver su expresión, pude notar la misma desesperación que veía en los ojos de mi primo: la de querer ser visto como algo más que un príncipe, el deseo de ser tratado como una persona común.

Yo sentía lo mismo a veces, y ni siquiera era una princesa. La gente siempre te miraba como si cualquier comentario mínimo pudiera ser malinterpretado, como si hablar sin filtros fuera llevarse a sí mismos a la horca. Si eran así conmigo, que solo era un miembro lejano de la corona, no podía imaginarme cómo sería para ellos.

Lo comprendía, comprendía cómo se sentía. Entonces lo decidí: tal vez para los demás éramos personas que debían ser tratadas con cuidado, pero si él lo quería, ambos seríamos solo personas , sin títulos de promedio.

-Está bien, James -acepté.

Aliviado, sonrió alegremente y acercó el libro hacia mí poco a poco.

-Ten, es tuyo.

Tomé el libro suavemente mientras pensaba que tal vez no era tan malo que se enterara de lo que intentaba leer. Pensé que no había mejor fuente de información sobre Packery que su príncipe. Con el libro en mano, me dirigí a la mesa para sentarme.

James se quedó quieto como una roca en su lugar.

-¿Vienes? -pregunté, señalando la silla frente a mí.

James corrió a la silla y en menos de dos segundos ya estaba sentado en el lugar que había señalado. Una pequeña sonrisa se formó en mis labios al verlo correr; era encantador.

-Es el único libro que tenemos sobre la historia de tu reino -dije, señalando aquel libro-. Supuse que sería raro que me descubrieras leyendo algo sobre tu reino, considerando cómo nos conocimos.

-¿Por qué lo sería? -preguntó incrédulo-. Después de todo, la curiosidad es normal.

-Yo... no lo sé -contesté apenada, mis mejillas debían estar rojas de vergüenza.

Sin nada que decir, nos sumergimos en un pequeño silencio incómodo en la biblioteca. Mis ojos inevitablemente se cruzaron con los suyos; sus ojos azules me miraban con gran curiosidad y un brillo sin igual. Antes de que las cosas se tornaran aún más incómodas, James rompió el silencio.

-Y bien, dime, ¿qué quieres saber sobre mi reino? Soy un libro abierto, pregúntame lo que quieras -dijo, apoyando sus brazos en la mesa y acercándose un poco más a mí.

¿Qué debía decirle? No podía contarle lo que había pasado anoche ni lo de mis manos. ¿Qué pensaría? Tal vez que ya estaba loca. Tal vez no me había lastimado tanto y por eso sané tan rápido.

Sangre RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora