En un mundo dividido entre la magia y la tecnología, Emma, hija de un duque y una princesa, se ve atrapada en un baile de máscaras entre la corona, el deber y el amor.
Emma nunca esperó verse envuelta en juegos y conflictos diplomáticos entre reino...
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Preguntas.
El mismo sueño se repetía una vez más.
El bosque denso, el calor sofocante, las personas desconocidas, el miedo latente. De nuevo, estaba siendo perseguida. Sin embargo, esta vez algo cambió: una fuerza invisible me arrastró hacia una cueva y el frío me envolvió. Algo inusual ocurrió entonces.
Un gruñido resonó por toda la cueva y dos ojos azules brillantes surgieron de las sombras. Era claro que se trataba de un animal, pero aún no podía distinguir qué era. Algo me impulsó a acercarme, y así lo hice. Con cada paso, revelaba un poco más de la criatura: colmillos, una trompa delgada, y antes de que pudiera investigar más, la voz de aquel ser me tomó por sorpresa.
-¿Estás herida? -preguntó una voz masculina.
Y entonces, todo se tornó negro mientras el frío me invadía, regulando la temperatura de mi cuerpo y del ambiente.
La sensación de las almohadas bajo mis manos me hizo darme cuenta de que estaba despierta. Los rayos del sol entraban por la ventana. Al levantarme, estiré mis brazos y espalda para desperezarme. Con la razón reinando en mi mente, recordé lo ocurrido la noche anterior y lo que había dicho. Instantáneamente miré mis manos, y lo que vi me dejó confundida.
Mis manos estaban completamente intactas. Recordaba claramente cómo mis puños sangraban y goteaban sobre el piso; no era posible que tales heridas estuvieran completamente sanas y sin rastro alguno. Además, había algo aún más impactante: mis almohadas y cobijas estaban manchadas de sangre, dejando la prueba de que efectivamente me había lastimado. Pensé que tal vez tenía algo que ver con mi sueño, pero me dije a mí misma que era una locura casi al instante. Debía haber una explicación.
Decidí que las respuestas debían estar en algún lado, y la opción más viable para conseguir información sobre algo así era la biblioteca.
Me metí a bañar rápidamente y, al salir, me puse un vestido amarillo con tul en la falda y olanes que cubrían los brazos. El corpiño, en forma de corazón, estaba decorado con pequeñas piedras preciosas. Peiné mi cabello en un chongo desarreglado y me dispuse a salir de la habitación. Al abrir la puerta, me encontré con Henry sosteniendo una bandeja con comida.
-Supuse que tendrías hambre por la mañana ya que no cenaste nada anoche -comentó extendiéndome la bandeja-. Además, quise ahorrarte el show de mamá en el desayuno.
Sonreí ante el buen gesto de Henry. Siempre habíamos sido cercanos desde niños y no esperaba menos del futuro rey de Rollersthon. Él siempre fue el orgullo del rey, de mi madre e incluso el mío. Todos estábamos seguros de que sería el rey perfecto.
