¿Castigó o perdón?
James y yo nos dirigimos hacia el jardín, dejando atrás el bullicio del salón. Al cruzar la puerta, el aire fresco de la noche nos envolvió, proporcionando un alivio después del caos que habíamos dejado atrás. Las luces suaves de las linternas colgantes iluminaban el sendero de piedras que serpenteaba entre los árboles y flores, creando una atmósfera casi mágica.
Caminamos en silencio por unos minutos, hasta que llegamos a una pequeña fuente. El sonido del agua burbujeante llenaba el aire y ayudaba a calmar mis pensamientos.
—Es un lugar hermoso —comenté, rompiendo el silencio.
James asintió, con una mirada pensativa.
—Sí, lo es. Lo encontré cuando vine a explorar qué cosas había en el palacio.
Nos sentamos en un banco cercano a la fuente, y la tensión que había sentido durante toda la noche comenzó a disiparse. Miré a James, notando la preocupación en sus ojos.
—James, ¿qué pasa? —dije, finalmente notando que aún seguía preocupado.
Él me miró con tristeza.
—Emma, lo siento —se disculpó—. Te convencí de venir solo pensando en que disfrutarías de la fiesta. Lamento no haber estado para ayudarte... y ahora debes pensar que soy un idiota por permitir que algo así te pasara.
—Hey, James, no fue tu culpa —dije, tomando su mano e intentando hacer que me mirara—. Yo me metí sola en ese problema y no me arrepiento. Además, solo fue un poco de vino.
Levanté los hombros, sonriéndole.
—Tal vez la fiesta no fue lo que esperábamos, pero... al contrario de lo que todos a mi alrededor piensan, sé cuidarme sola, y no me arrepiento de haber venido a esta fiesta. ¿Siempre son así de interesantes o soy yo quien atrae el caos?
Pregunté, bromeando.
—No eres tú, la mayoría de las fiestas atraen consigo el caos. Creo que por eso les gustan tanto a las personas.
—Espero que en la próxima fiesta no sea yo la protagonista del caos.
Ambos nos reímos de lo que había dicho. Después de eso, un profundo silencio nos rodeó. Me detuve un momento a admirar sus ojos. Eran de un color muy bonito, tenían algunas motas verdes que se combinaban con el azul de sus ojos. Me encontré a mí misma disfrutando de la tranquilidad del jardín y del silencio. De repente, una música suave comenzó a sonar desde el salón. Era una melodía lenta y melancólica que parecía resonar con la quietud de la noche.
—¿Te gustaría bailar? —preguntó James, rompiendo el silencio.
Lo miré sorprendida, pero asentí lentamente. Nos levantamos del banco y, bajo las luces parpadeantes de las linternas, comenzamos a bailar. No había pista de baile, solo el césped suave bajo nuestros pies y el cielo estrellado sobre nosotros.
ESTÁS LEYENDO
Sangre Real
FantasyEn un mundo dividido entre la magia y la tecnología, Emma, hija de un duque y una princesa, se ve atrapada en un baile de máscaras entre la corona, el deber y el amor. Emma nunca esperó verse envuelta en juegos y conflictos diplomáticos entre reino...