XI. El caer de un corazón

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Kyojuro estaba muriendo, lo sentía, la mirada de su amor lo hacía sentir triste.

-. Me alegra que seas lo último que veré.-

Pero Giyuu no pareció aceptar, ¿Quien aceptaría la muerte de la persona que más amaba?

No recuerda nada luego de que el azabache lo llevará cargando.

La oscuridad lo reino, sentía un dolor horrible en todo su cuerpo, si así se sentía la muerte entonces supuso que debía acostumbrarse.

Pero se suponía que cuando uno muere no siente nada, así que estaba vivo.
Se lamento y abrió los ojos lentamente, la luz del lugar hizo que le doliera la cabeza.

Sabía que estaba en la finca mariposa, miro directo a la puerta dándose cuenta que un kakushi lo estaba viendo sorprendido.
Casi de inmediato este salió corriendo gritando algunas cosas, Kyojuro no se concentro en escucharlo, el dolor de su cuerpo lo distraía de absolutamente todo.

-. Parece que reviviste.- la voz de una mujer llamo su atención.

Iba a hablar pero no pudo.

-. No te esfuerces mucho o todo el trabajo que hice no habrá valido la pena.-

Kocho Shinobu se acercó a él y comenzó a revisarlo.

-. Te has recuperado muy bien, llamaré a tu familia para que te vengan a ver.-

Después de unos momentos Shinobu se fue.
Kyojuro tenía muchas dudas, no entendía que había pasado, recuerda que peleó contra Akaza y luego llegó Giyuu.
En su mente llegó la imagen del chico azabache, miro nuevamente el lugar esperando verlo pero no había nadie más que el.

Unos momentos después llegó su hermano y su padre, Senjuro se acercó a él llorando abrazándolo suavemente, mientras su padre solo lo veía, Kyojuro esperaba algun grito o una mirada de decepción, lo que recibió fue una mirada triste y de alivio.

—. Me alegra que esté vivo. Hijo.—

Kyojuro sonrió al escuchar las palabras de su padre, talvez las cosas mejoraría en su familia.

Los días pasaron y Kyojuro había mejorado rápidamente, podía sentarse el solo y también comenzó a caminar, aunque era con ayuda

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Los días pasaron y Kyojuro había mejorado rápidamente, podía sentarse el solo y también comenzó a caminar, aunque era con ayuda.

Ese día se encontraba comiendo, se sentía mucho mejor aunque si sonreía seguido le dolía el abdomen.
Cuando termino de comer, tenía que esperar a las niñas que lo atendían para que le ayudasen a hacer varios ejercicios para que su cuerpo no sea tan rígido.

La puerta se abrió de golpe mostrando al joven pelirojo con una marca en la frente, detrás suyo estaban un chico rubio y un tipo con cabeza de jabalí.

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