La vida continuo. No se detuvo el mundo solo porque Kibutsuji vivió. No. El tiempo no funciona así.
Sigue avanzando, y si quieres que cambie algo deberás de hacerlo por ti mismo.
La vida de Rengoku dió un total giro. Ya lo había perdido todo. ¿Que m...
Rengoku se levantó con la peor resaca de su vida, le dolía horriblemente la cabeza como si lo hubieran golpeado con una piedra.
No supo que hora era, miro dónde se supone debía estar Tojuro acostado junto a su amigo Hashibira, no había nadie.
Restregó sus ojos sintiendo un ligero dolor en su ojo izquierdo, lo ignoro y analizo si levantarse o no.
La puerta corrediza del cuarto fue abierta, mostrando el rostro de una de las esposas de Uzui, Suma.
—. Buenos días señor Rengoku. Ya está listo el baño para que lo use.— hablo sonriendo dulcemente.
—. Gracias pero. No era necesario hacer eso.— Kyojuro se refería a que no debían ser tan amable con el.
—. Tengen nos pidió que lo hiciéramos, el baño está al fondo a la izquierda.— luego de eso ella salió cerrando nuevamente la puerta corrediza.
Kyojuro se levantó estirándose escuchando sus huesos crujir. Salió de la habitación y camino hacia el baño donde la pelinegra le había dicho.
Se quitó su ropa y se metió a la tina disfrutando el agua caliente.
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—. ¿No has probado algún método de reconciliación? ¿Sabes cuál es el más efectivo? — Uzui alzó ambas cejas coqueto.
Giyuu no era ningún tonto como para no darse cuenta lo que Uzui insinuaba, le tapó el rostro alejándolo para que no notará su sonrojo.
—. Señor Tomioka ¿No va a comer? — pregunto Makio mirando como el azabache y el albino eran los únicos conversando fuera de la mesa.
—. No. Lo lamento. No me agrada mucho la comida humana, desde que... Bueno.— hizo una ligera pausa dando a entender su situación.
—. Entiendo.— sonrió Makio comprendiendo los sentimientos del hombre.
—. Si, además. Comerías humanos ¿No?— Uzui bajo su tono de voz al hablar; sin embargo, todos habían escuchado.
—. Giyuu no come humanos. Solo come demonios.— hablo Tojuro con confianza decidido a proteger al azabache.
Un golpe en la espalda de Giyuu lo hizo agachar la cabeza, seguido de otro y otro.
—. Ay. Me alegra mucho. Al menos sabemos que Kyojuro no te odia por eso. Bueno, vamos a comer.—
Giyuu mostró una pequeña sonrisa, tomo su paraguas y salió para intentar relajarse, ese día estaba ciertamente nublado, pese a que el día se veía triste Uzui parecía más feliz que nunca.
Se colocó en un árbol cerca de allí, pese a que el árbol lo cubria, sintió mucha desconfianza así que no cerro su paraguas.
Se preguntó cómo se sentiría el calor del sol, olvidando por completo que era un demonio saco su mano fuera de la sombra.
