Capítulo 18 - Parte 1.

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Los días transcurrían con naturalidad, donde Rodrigo no podía esperar para terminar su horario de trabajo para volver a su departamento con el conocimiento de que dos personas en particular lo estarían esperando y viceversa. Ivan tampoco podía esperar para que el reloj marcara su hora de salida para ser el primero en dirigirse al ascensor, causando miradas de diversión por parte de sus compañeros y acusándole que no tenía porqué apurarse si de todas maneras bajarían juntos, saliendo disparado por Camila en la guardería y dirigirse a casa.

A casa, junto con Rodrigo.

Los dos se sentían en un sueño, sintiéndose extasiados de poder volver a casa en espera de poder verse y contar sobre su día. Si bien la rutina seguía siendo la misma, al final de cuentas era lo que hacían antes de declararse, pero sumándole que ahora pasaban más horas en el departamento del otro con la excusa que necesitaban más tiempo para ponerse al día, al igual que un par de gestos y besos que ya conformaban como parte de su habitual rutina pero como pareja.

Los días para las cenas seguían siendo turnados, una noche en el departamento de Rodrigo, al siguiente día en el departamento de Ivan. Los fines de semana la pasaban saliendo los tres juntos, visitando desde los parques más cercanos hasta explorar un par de restaurantes de los cuales habían tenido curiosidad, entre otros lugares. No solo salían los tres, en ocasiones lograban escaparse para aventurarse en grandes exhibiciones, pequeños recitales, simplemente disfrutando de la ciudad por la noche.

Rodrigo había sentido un gran peso retirarse de sus hombros cuando Osvaldo decidió renunciar a los pocos días de lo sucedido en su departamento. No negaba que sentía una poca empatía por el chico, al pricipio había sido un buen compañero de trabajo y consideró que podían llevarse bien, pero tan pronto como sucedió la primera y única cena entre ellos, todo se había ido por la borda. No se despidieron, Osvaldo había agarrado sus cosas y se había marchado de la florería con la mirada baja, dejando todo atrás. El trabajo para Rodrigo había incrementado al ser el único empleado en toda la florería, teniendo que realizar todas las tareas por sí mismo y terminando más agotado de lo usual, además de ser una temporada alta para los arreglos debido a las fiestas próximas por acercarse.

El año estaba por acabarse, y con ello, nuevas promesas se estaban por crear. Pero mientras aún durara aquel año, aún había un par de capítulos sin terminar.

Ivan reía mientras veía como Rodrigo bailaba con Camila entre sus brazos, dando suaves vueltas a lo largo de la sala mientras el azabache era la persona asignada de elegir la música. Cuando baby shark sonó por los altavoces, Camila sonrió cuando Rodrigo imitó una postura de tiburón y alzó los brazos para hacer el tradicional paso del baile, causando fuertes estruendos cuando sus palmas impactaban entre sí.

La noche había transcurrido con naturalidad, siendo un viernes y último día de trabajo de la semana, después de una deliciosa cena habían tomado asiento en la sala, alegando que Camila se encontraba un tanto quisquillosa desde que el día inició, por lo que Rodrigo se encargaba de entretenerla hasta su hora de dormir.

-Muy bien, es hora de irnos a dormir.-Ivan se levantó de su asiento, pausando la música justo cuando Rodrigo terminó su número y Camila no dejaba de sonreír.

-¡Aburrido!-Abucheó Rodrigo mientras se levantaba del piso después de recomponerse, viendo como Camila era cargada hasta su habitación.

El azabache rodó los ojos mientras sentía a Camila babear su dedo, empujando la puerta entreabierta mientras Rodrigo lo seguía desde atrás. Su rutina no solo había constado de cenar juntos, sino que ambos se encargaban de alistar a la bebé para dormir, colocándole su pijama y asegurándose de arrullarla lo suficiente antes de depositarla en su cuna.

Save my life - Rodrivan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora