14. Retos y verdades

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—Hola Alexito— dijo Leo.

—Hola— respondí.

En cuánto respondí, Hanna y Sara llegaron.

—Sabíamos que estarías aquí— dijo Hanna.

—No le tocarás ni un pelo— Sara.

—Ay que tierno, tus amigas vinieron a salvarte— hizo cara de ternura.

—En realidad no, no me vienen a salvar de nada ni de nadie, porque estoy seguro que no te gustará pelear en casa de Nate, ya que pensaría muy mal de ti a la hora de pegarme a mi, y también acá a la izquierda esta el cuarto de su madre, si hacemos mucho ruido saldrá y estará de mi lado. También tengo claro que tu padre trabaja para ella y estoy seguro que no le gustaría que su jefa piense mal de su hijo.

—No me importa que carajos piensen sobre mi— se acerco.

—En realidad si, tus movimientos y tu mirada te delatan— dije serio.

—Eres un maldito maricon, tengo algo super pendiente con ustedes dos— nos apunto a mi y a Hanna— me voy por el hecho que no quiero hacer escándalo.

—Que te valla bien— le hice una sonrisa falsa.

Se fue.

—No lo puedo creer, que valiente Alex— dijo Sara mientras me abrazaba.

—Me alegro que te defiendas— dijo Hanna.

—Escucharon todo lo que le dije, estoy tan feliz.

—Ahora tendrás que tener más cuidado en todo lo que hagas y en dónde quiera que estes, si es necesario siempre tendré tu ubicación en tiempo
real— Sara.

—Lo haré y trataré de no andar solo, porque aún me da demasiado miedo.

—Bueno, vamos abajo que nos perderemos la película— Hanna.

Entramos a donde estaban todos las demás personas.

La película apenas comenzaba. Corrí y me metí a las cobijas.

—Hace frío— dije mientras me acostaba.

—Si, ¿no traes suéter?— pregunto Nate.

—Nop, se me olvidó en mi cama.

—Deja te traigo uno de mi habitación— dijo mientras se levantaba.

—Okey, gracias— le sonreí.

Nate ya se había ido. Estaba mirando la película cuando Omar me habló.

—Si quieres te puedo prestar mi suéter, yo siento calor— dijo mientras me miraba.

—Nate ya me trae uno, muchas gracias— le sonreí.

—Esta bien— también sonrió.

Después de un rato, Nate llego.

—Aquí tienes, es el primero que encontré, huele a mi perfume porque ayer lo traía, pero está totalmente limpio— me lo dio.

—Gracias. Huele a ese delicioso perfume— lo agarre y me lo puse.

—Si— comenzó a reír.

...

𝟕:𝟐𝟎 𝐩. 𝐦.

La película comenzaba a ponerse buena, bueno, muy mala, porque me daba miedo.

Mi mirada solo estaba en la película, quería tomar refresco.

Tomé el popote y me acerqué a beber, cuando estaba por tomar, sentí que me pegué con el rostro de Nate.

Los dos estábamos bebiendo de nuestro popote.

El error mejor cometido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora