Después de tres meses juntas, Romina confirma su relación con Agostina.
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Agostina y Romina llevaban tres meses juntas, tres hermosos meses de amor, contención y mucha pasión. Pero lo vivían a escondidas, a pesar de que anhelaban gritarlo. Pero la ex-diputada sentía que no estaba lista... no aún. Su pareja, de todas formas, respetaba su decisión. Sabía lo difícil que estaba siendo para ella, tan así que perdió vínculos por el simple hecho de enamorarse de una mujer.
Alfa, por ejemplo. Una vez Romina le contó la verdad, el hombre puso el grito en el cielo. Discutieron con vehemencia, tanto así que llevaban dos meses sin hablar.
Por otro lado, estaba su ex-marido. El hombre dudaba de su vínculo con Agostina, pero ella siempre le dejaba en claro que eran solo amigas. Él le había dicho que no quería que sus hijas crecieran con una lesbiana siendo su madrastra. Y a Romina no le quedó más que negarla en todo ese tiempo que llevaban juntas.
Pero, a pesar de su entorno, la mujer no estaba dispuesta a renunciar a su felicidad. Si bien le había costado aceptarlo, estaba segura de que deseaba estar con ella. Y tenía la suerte de tener a Agostina a su lado, quien la entendía y respetaba.
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Romina se encontraba en la cocina preparando la cena de aquel viernes. Las risas y gritos de sus hijas la distrajo, con curiosidad dejó su actividad y se dirigió hacia el living de su casa.
Allí se encontró con una escena que la derritió de amor: Agostina se encontraba haciéndole cosquillas a sus dos hijas más chicas, siendo animada por su hija mayor.
—¡Mamá! ¡Ayuda! —Felicitas gritó al verla.
El pedido de auxilio distrajo a la ex-policía, quien buscó con la mirada a su pareja. Le sonrió, sin más.
Romina suspiró, ¿Cómo la había enamorado en tan poco tiempo?
—¡Ahora! —Mía gritó y se tiró encima de Agostina. Sus hermanas imitaron su gesto.
—¡Hey! ¡Traidora! —la mujer gritó con indignación.
Las hijas de su novia comenzaron a hacerle cosquillas.
—¡3 contra 1! —siguió gritando— ¡Rominaaa!
—Ah, no. Vos empezaste, ahora arreglatelas —contestó divertida.
—¡Malaaa! —la miró enojada.
La ex-diputada rodó los ojos y se acercó.
—Vamos, amores. Dejen a Agos respirar —tomó a Feli en brazos.
—¡Mamá! —la niña se quejó.
—Dominada —Agostina le guiñó un ojo a la más grande.
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Después de cenar, Agostina se encargó de lavar la vajilla mientras Romina se ocupaba de sus hijas.
—¡Agostina! —Felicitas la llamó.
—¿Qué mi amor? —preguntó agachándose para quedar a la altura de la menor, quien se acercaba a ella corriendo.
—Creo que quiere que la duermas vos —Romina se acercó también con Nina en brazos.
—¿Ah si? —la ex-policía miró a la niña quien asintió sonriendo— Bueno, vamos entonces —la alzó en brazos—. ¿Mía?
—Está en su habitación viendo la tele.
—Bueno, hora de dormir —Agostina dijo para luego dejarle un beso en la cabeza a Felicitas.
La ex-diputada sonrió ante el gesto de su compañera. "Esa persona va a quererte a vos y a tus hijos" las palabras de Juliana retumbaron en su cabeza, ¿Realmente Agostina era esa persona?