Videollamada familiar

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Agostina y Romina hacen una videollada un jueves por la tarde, Felicitas pide ver a la ex policía logrando que las mujeres pasen la noche juntas.

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—¡Hola, Valore! —Romina habló una vez Agostina le contestó la videollamada— ¿Por qué tardaste tanto en atender? —la miró molesta.

Agostina apoyó el celular sobre un vaso y se sentó en la mesa. Romina, por su parte, la observaba de pie desde la isla de su cocina.

—¡Me estaba haciendo mates! —alzó el termo y el mate, para mayor credibilidad.

Romina la miró sospechosa, pero terminó por sonreir.

—Más te vale, no me podes colgar así —suspiró— Yo también estoy tomando mates.

—Qué te haces —se mordió los labios— Si después te hablo y ni bola me das.

—¿¡Perdón!? —respondió indignada— ¡Te mando mensajes y no contestas, Agostina! 

La rubia rio como respuesta, incapaz de decir algo más. Uhrig tenía razón.

—¡¡Agostina!! —ambas escucharon una vocecita acercarse— ¡¡Hola!!

Felicitas llegó corriendo y se ubicó delante de su madre, la niña se paró en puntitas de pie para poder observar mejor a la ex policía, ya que la isla de la cocina era alta.

—¡Hola, mi amor! —la rubia la saludó sonriente, derretida de amor.

—¿Cómo 'tas? —Feli preguntó.

—Bien, mi vida. ¿Vos? ¿El cole?

Romina veía la interacción con una enorme sonrisa. Siempre que su hija escuchaba a Agostina, en las videollamadas que hacían, iba corriendo a hablar con su amiga.

—¡Bien! —dio unos saltitos sobre el lugar, feliz de hablar con la mujer— ¿Venís?

—Desde que le conté que te vi el otro día quiere que vengas —Romina aclaró— Se enojó porque yo te vi y ella no —sonrió.

—Ay, mi amor —la rubia devolvió la sonrisa, enternecida.

—Y cada vez que hablamos, me lo repite —la mayor rio.

—¡Agostina! ¡Vení! —la menor volvió a insistir.

—Pero mi amor... —no supo que responder al ver la cara de tristeza de Felicitas.

—Amor, Agos está ocupada —Romina habló mirando a su hija— Ella está siempre invitada a casa, ¿sabes? Pero tiene cosas que hacer.

—¡¡Nooo!! —Felicitas gritó, en desacuerdo.

—Ay, Feli —Agostina hizo un pucherito— Me encantaría ir, pero no puedo.

La niña bajó la mirada, sabiendo que no había conseguido su objetivo.

—¿Mañana tenías Georgi vos? —Romina preguntó de golpe.

—Sí, ¿por? —la miró con curiosidad.

—Me confirmaron recién a mí también.

One shots - AgosminaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora