Romina se encuentra molesta porque Agostina le canceló un almuerzo.
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El programa A La Barbarossa terminó, Agostina se encontraba hablando con Lisandro cuando Daniela se acercó.
—Agos, con Romi vamos a tomar un café. ¿Querés venir?
La ex policía se giró hacia la mujer y la miró. Observó que unos pasos más atrás se encontraba Romina siguiendo la escena. Dudó en qué decir, últimamente las cosas con su amiga no estaban bien. Tenían un buen vínculo, pero había demasiada tensión entre ellas. Pero tampoco quería rechazar la invitación de Daniela, siempre fue muy dulce con ella.
—Sí, obvio —terminó por decir con una sonrisa.
—La próxima te invitamos a vos, Licha —Pestañela lo miró—. Hoy es juntada de chicas —le guiñó un ojo.
Él entendió el trasfondo de esa "juntada de chicas" y asintió sonriente. No era tonto, sabía muy bien lo que pasaba entre su amiga y Romina, por más que Agostina se lo había negado.
Las mujeres se alejaron de Lisandro y llegaron junto a la ex diputada.
—¿Vamos, Ro? —Daniela le habló.
Su amiga la miró con seriedad, no le había gustado demasiado la repentina invitación. Estaba molesta con Agostina.
Pestañela intuía que algo había pasado entre ellas, pero no sabía el que. Y estaba dispuesta a averiguarlo. Lo último que supo, por la propia Romina, es que se habían besado en el auto una vez la mujer dejó a la ex policía en su casa tras la Bresh.
¿Por qué ahora apenas y se miraban? No solo lo averiguaría, sino también trabajaría para que hablen.
—Vamos —finalmente Romina contestó.
Con una sonrisa, Daniela se puso en medio de ambas y las tomó del brazo.
Caminaron hasta la salida de Kuarzo y se dirigieron a una de las cafeterías más cercanas, ubicada apenas a una cuadra de la productora.
Romina y Daniela se sentaron juntas, mientras que Agostina quedó frente a Daniela. Un mozo se acercó a ellas y ordenaron.
—Y Agos, ¿Cómo estás? —Pestañela sacó conversación.
—Bien, feliz —contestó—. Estoy disfrutando mucho el afuera.
—Ay, me alegro. Vos sos lo más encima. ¿No, Romi? —miró a su amiga con una sonrisa.
—¿Eh? Sí —su mirada se clavó en la ex policía—. Agos es lo más —finalizó, tajante.
Agostina frunció el ceño, realmente no entendía que le pasaba. ¿Por qué estaba así con ella? Romina la besó y después se asustó, ¿Y se enojaba con ella?
—¿Y tus bebas, Dani? —la ex policía optó por cambiar de tema.
—¡Bien! ¡Tenés que ir a conocerlas! No sabes lo que son —sus ojos se iluminaron al hablar de sus hijas.
—¡Sí! Me quedó pendiente eso —miró a Romina, quien no le correspondió la mirada—. ¿Isabel las conoció y yo no? ¡No lo permito!
—¿Mañana que tenés que hacer?
—Mmm —pensó—. Realmente nada, pasado estoy en lo de Ariel. Pero mañana no tengo nada.
—¡Listo! Mañana venís a mi casa y las conoces —planificó—. Vos también venite, Ro. Ellas te aman.
La mujer dudó, ¿Pero cómo iba a rechazar ver a Aimé y Laia? Ella las amaba con locura.
—Sí, obvio —dijo y le sonrió a su amiga, la primera sonrisa relajada desde que tenía a Agostina a escasos metros.